El taller de Santiago


Santiago era un niño muy especial. Desde pequeñito, le encantaban los autos y las chatas. Siempre estaba jugando con sus cochecitos de juguete y soñando con manejarlos algún día.

Un día, Santiago se enteró de que su tío tenía una chata vieja que ya no usaba. Él no podía creer la noticia y le pidió a su mamá que lo llevara a verla.

Cuando llegaron, Santiago quedó maravillado al ver la enorme chata roja y negra estacionada en el garaje. "¡Mamá! ¡Es perfecta! ¿Podemos comprarla?"- preguntó emocionado. Su mamá sonrió y le explicó que no podían comprarla, pero que tal vez podrían hacer algo mejor: arreglarla juntos para poder usarla como una verdadera chata.

Santiago estaba tan feliz con la idea que empezaron a trabajar inmediatamente en el proyecto. Su mamá lo llevaba al garaje todos los días después de la escuela para ayudarle a desarmar la chata y limpiar todas las piezas.

"¿Qué es esto, mamá?"- preguntaba Santiago mientras sostenía una llave inglesa en sus manos. "Eso es una herramienta muy importante para apretar tuercas"- respondió su mamá sonriendo. Los días pasaban volando mientras trabajaban juntos en el garaje.

Santiago aprendió mucho sobre mecánica y reparaciones de autos gracias a su mamá, quien era ingeniera mecánica. Pero un día, cuando pensaban que habían terminado todo el trabajo duro, descubrieron un problema grave: el motor estaba completamente roto.

Santiago se desanimó y pensó que nunca podrían arreglar la chata. "No te preocupes, Santi. Tal vez no podamos hacerlo nosotros solos, pero podemos pedir ayuda a alguien que sí sabe de motores"- dijo su mamá tratando de animarlo.

Así fue como encontraron a un mecánico muy amable que les ayudó a reparar el motor. Y después de semanas de trabajo duro y esfuerzo, finalmente la chata estaba lista para ser usada.

Santiago se sentía muy orgulloso al manejarla junto a su mamá por las calles del barrio. La gente los miraba con asombro al ver al pequeño niño manejando una enorme chata roja y negra.

Pero lo más importante era que Santiago había aprendido una valiosa lección: que cualquier cosa es posible si trabajas duro y nunca te rindes ante los obstáculos en tu camino.

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