El Taller de Sueños
Había una vez un pequeño pueblo llamado Cuentópolis, donde los sueños y las profesiones se entrelazaban como las hojas de los árboles en otoño. En este lugar vivía una niña llamada Lila, quien estaba en quinto grado y, como muchos de sus compañeros, todavía no sabía qué quería ser cuando grande.
Un día, la maestra Clara, una mujer carismática y llena de energía, decidió organizar un taller especial en la escuela para ayudar a sus alumnos a descubrir sus futuras profesiones. "Hoy haremos algo muy divertido", anunció. "Vamos a explorar diferentes profesiones y cada uno podrá elegir la que más le guste”.
Los estudiantes se miraron emocionados. Lila sintió un cosquilleo de nervios. "¿Y si no sé qué quiero ser?"- murmuró a su amiga Sofía.
"No te preocupes, Lila. Vamos a averiguarlo juntas"- respondió Sofía, alisando su cabello con seguridad.
La maestra Clara llevó a los niños a la biblioteca, un lugar mágico lleno de libros sobre diferentes profesiones. Allí había libros sobre médicos, ingenieros, artistas y hasta astronautas. La maestra comenzó a leer en voz alta.
"Los médicos ayudan a las personas a estar sanas. Los ingenieros construyen cosas increíbles. Y los artistas crean belleza a través de la pintura, la música o el teatro"- explicó Clara, mientras pasaba las páginas de un libro.
Después de la lectura, Lila se acercó a la mesa de arte, donde había materiales para dibujar. Ella siempre amó pintar, pero nunca pensó que podría ser artista. Sin embargo, mientras mezclaba colores, una idea comenzó a florecer en su mente.
"¡Chicos!"- exclamó Lila con entusiasmo. "¿Qué tal si cada uno de nosotros dibuja lo que le gustaría ser cuando sea grande?"-
Todos estuvieron de acuerdo y comenzaron a dibujar. Lila se concentró y pintó un hermoso mural lleno de colores y formas. En el centro, puso un arcoíris que simbolizaba todas sus posibilidades.
Mientras todos los niños mostraban orgullosos sus dibujos, Pablo, un amigo de Lila, se sintió un poco triste. "Yo no sé qué dibujar… nunca he pensado en lo que quiero ser"- dijo con la voz baja.
Sofía, siempre optimista, le respondió: "Está bien, Pablo. A veces hay que explorar un poco más. ¿Te gustaría que te ayudemos?"-
"Sí, por favor"- contestó Pablo, sintiéndose un poco más animado.
Lila se acercó a él. "¿Qué te gusta hacer?"-
"Me encanta jugar fútbol, pero no sé si eso cuenta como trabajo"- contestó nervioso.
"¡Claro! Puedes ser jugador de fútbol o entrenador. También podrías trabajar en deportes de otras formas"- le dijo Sofía, apuntando algunas ideas en un cuaderno.
Pablo empezó a sonreír. "No lo había pensado así. A veces uno se queda atrapado en la idea de que debe ser algo serio"- agregó.
El taller continuó y, hacia el final del día, cada niño había descubierto al menos una idea sobre lo que quería ser. Lila se sintió realizada al dar vida a su mural, y Pablo había dibujado un estadio lleno de energía.
Una semana después, la maestra Clara organizó una exposición para que los niños compartieran sus dibujos con los padres. Lila estaba ansiosa y nerviosa al mismo tiempo, pero cuando llegó el momento de mostrar su trabajo, se sintió llena de confianza.
"Este es mi mural"- dijo Lila con alegría. "Aún no sé si seré artista, pero quiero seguir explorando colores y formas"-
El público aplaudió mientras ella sonreía. Pablo también se animó a compartir su dibujo. "Yo quiero trabajar en el fútbol, como jugador o entrenador. ¡Es mi sueño!"-
Los padres sonrieron orgullosos y los aplausos resonaron en la sala. Esa tarde, Lila y sus amigos comprendieron que había muchas formas de ser lo que uno quiere y no siempre se trata solo de decidir, sino de explorar y dejarse llevar por lo que les apasiona.
"¿Sabes qué? Me siento feliz por lo que hemos aprendido"- le dijo Lila a Sofía mientras caminaban a casa.
"Sí, y creo que aprender sobre profesiones es sólo el comienzo. Hay tanto por descubrir"- concluyó Sofía, sintiéndose lista para explorar.
Y así, Lila entendió que el camino hacia una profesión es un viaje lleno de aventuras. Decidió que, pase lo que pase, nunca dejaría de soñar ni de explorar sus pasiones, porque eso es lo que realmente importa en la vida. Y así, en Cuentópolis, los sueños de los niños comenzaron a florecer uno a uno, llenando el pueblo de esperanza y alegría.
FIN.