El tamaño no importa cuando jugamos juntos



Había una vez un perro chiquito llamado Pelusita que vivía en una casita en el campo con su familia.

A Pelusita le encantaba jugar al fútbol, pero siempre se sentía triste porque era demasiado pequeño para poder jugar con las pelotas grandes. Un día, mientras Pelusita caminaba por el campo, encontró una pelota de fútbol muy pequeña y se emocionó muchísimo. Era del tamaño perfecto para él.

Entonces, decidió llevarla a casa y mostrarles a sus amigos cómo podían divertirse juntos. Cuando llegó a la casita, Pelusita encontró a su amiguito Manchitas, un niño salchicha muy juguetón. -¡Manchitas! ¡Mira lo que encontré! ¡Una pelota de fútbol perfecta para nosotros! -exclamó emocionado Pelusita.

-¡Qué genial, Pelusita! Podremos jugar juntos sin problemas ahora -respondió Manchitas con alegría. Pelusita y Manchitas fueron corriendo al campo donde solían jugar todos los días. Allí se encontraron con sus otros amigos: Chispas el cachorro travieso y Copito el gatito curioso.

-¡Chicos! ¡Miren esta pelota de fútbol tan pequeñita que encontré! ¡Podemos jugar todos juntos ahora! -dijo Pelusita emocionado. Los cuatro amigos comenzaron a patear la pelota por el campo, riendo y divirtiéndose como nunca antes habían hecho.

Aunque la pelota era pequeña, ellos no dejaban que eso les impidiera disfrutar del juego.

Jugaron durante horas, saltando y corriendo de un lado a otro, demostrándose a sí mismos que no importaba el tamaño, sino la pasión y la diversión que ponían en cada jugada. De repente, mientras estaban jugando, apareció un niño llamado Lucas. Lucas era un niño de la ciudad que solía visitar el campo cuando necesitaba escapar del bullicio urbano.

Al ver a los animales jugando al fútbol con tanta alegría y entusiasmo, se acercó para observarlos mejor. -¡Wow! Nunca había visto algo así. Ustedes son increíbles -dijo Lucas sorprendido.

Pelusita se acercó a Lucas y le dijo: -El tamaño no importa cuando amas lo que haces. Nosotros somos pequeños pero nos divertimos mucho jugando al fútbol juntos. Lucas sonrió y decidió unirse al juego. Los cinco amigos continuaron pateando la pelota por el campo, compartiendo risas y creando recuerdos inolvidables.

Desde ese día, Pelusita aprendió una gran lección: no importa cuán pequeño o grande seas, siempre puedes encontrar una manera de disfrutar de las cosas que amas hacer.

Y así fue como Pelusita enseñó a sus amigos que el tamaño no define tu habilidad para jugar al fútbol, sino tu pasión por el juego.

Y así termina esta historia llena de aventuras y amistad en la casita del campo donde todos aprendieron que lo importante es disfrutar cada momento sin importar las limitaciones físicas o cualquier otra cosa ¡y ser felices!

FIN.

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