El Tambor de Beto y Lucas


En una escuela muy especial, vivía un gato grande llamado Beto. A Beto le encantaba la música y siempre estaba tocando su tambor por los pasillos de la escuela.

Los niños adoraban escucharlo y bailar al ritmo de sus melodías. Un día, mientras Beto tocaba con entusiasmo su tambor en el patio, algo terrible sucedió: ¡se rompió una parte importante del instrumento! Beto se puso triste al ver su querido tambor dañado.

Sabía que no podía tocarlo así y necesitaba ayuda para arreglarlo. Decidió entonces emprender un viaje por la escuela en busca de alguien que pudiera ayudarlo a reparar su tambor.

Pasó por las aulas, la biblioteca y hasta la cocina, pero nadie parecía poder solucionar su problema. Hasta que finalmente llegó a la sala de música, donde encontró al ratón Lucas, un experto en instrumentos musicales.

"Hola Lucas, ¿podrías ayudarme a arreglar mi tambor? Se ha roto y no sé qué hacer", dijo Beto con preocupación. Lucas examinó el tambor de Beto y asintió con seriedad. "¡Claro que puedo ayudarte, amigo! Pero necesitaremos buscar algunos materiales para poder arreglarlo". Beto se llenó de alegría al saber que Lucas lo ayudaría.

Juntos salieron en búsqueda de los materiales necesarios: cuerdas resistentes, pegamento especial y un poco de pintura para decorar el tambor una vez estuviera arreglado. Durante todo el día trabajaron juntos en la reparación del tambor.

Lucas guiaba a Beto paso a paso, enseñándole cómo colocar las cuerdas correctamente y usar el pegamento sin ensuciarse las patitas. Fue un trabajo duro pero lleno de diversión y aprendizaje.

Finalmente, cuando el sol comenzaba a ocultarse en el horizonte, el tambor de Beto estaba completamente arreglado y lucía mejor que nunca gracias a los detalles pintados por ambos amigos.

"¡Gracias infinitas Lucas! ¡Eres un genio! Ahora podré seguir tocando música gracias a tu ayuda", exclamó emocionado Beto mientras probaba su recién reparado tambor. "Ha sido un placer ayudarte, Beto. Recuerda que cuando trabajamos juntos podemos lograr grandes cosas", respondió Lucas con una sonrisa amistosa.

Desde ese día, Beto siguió tocando su tambor con más pasión que nunca, recordando siempre la valiosa lección aprendida: cuando se necesita ayuda, lo mejor es buscarla entre amigos dispuestos a colaborar.

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