El Tango del Zorro


Había una vez en la montaña un grupo de animales muy divertidos que vivían juntos y se llevaban muy bien. Entre ellos había un zorro astuto, un oso fuerte, una ardilla saltarina y un conejo veloz.

Un día, mientras estaban todos juntos en la montaña, el zorro sacó de su bolsillo un pañuelo rojo con lunares blancos y comenzó a bailar tango con él. Los demás animales quedaron maravillados por su habilidad para bailar.

-¡Qué talento tienes! -exclamó la ardilla saltando emocionada-. ¿Cómo aprendiste a bailar así? -Fue gracias a mi abuela -respondió el zorro con orgullo-. Ella era una gran bailarina de tango.

Los demás animales aplaudieron al zorro mientras continuaba bailando con su pañuelo rojo. Pero entonces llegó televisión, el puma más sabio de la montaña. -¿Qué están haciendo? -preguntó televisión curioso observando la escena desde lejos. -Estamos viendo cómo nuestro amigo el zorro baila tango con su pañuelo -explicó el conejo veloz.

Televisión frunció el ceño y dijo:-No entiendo por qué hacen tanto alboroto por eso. El tango es solo una danza y no tiene ninguna importancia especial.

Además, ese pañuelo no es más que un trozo de tela sin valor alguno. El zorro se sintió triste al escuchar las palabras de televisión. Él amaba el tango y consideraba que cada detalle tenía significado para él. -Para mí este pañuelo es muy importante -dijo el zorro con tristeza-.

Me recuerda a mi abuela y me da fuerzas para seguir bailando. Los demás animales se dieron cuenta de lo que su amigo estaba sintiendo y decidieron apoyarlo. -¡No te preocupes, amigo! -exclamó la ardilla saltarina-.

Nosotros sabemos lo importante que es para ti ese pañuelo y no permitiremos que nadie te haga sentir mal por ello. Entonces, los animales comenzaron a danzar en un círculo alrededor del zorro mientras él seguía bailando con su pañuelo rojo.

Y televisión, viendo la felicidad del grupo de amigos, entendió que cada uno tiene sus propias pasiones y aficiones que merecen ser respetadas. Desde ese día, el tango se convirtió en una actividad habitual entre los animales de la montaña.

Y el zorro nunca dejó de bailar con su pañuelo rojo recordando siempre a su querida abuela.

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