El teatro de la amistad



En una soleada tarde de primavera, Juan y sus amigos se reunieron en la plaza del barrio con ganas de hacer algo divertido. Entre risas y chistes, comenzaron a pensar en qué actividad podrían realizar juntos.

- ¡Qué tal si hacemos una obra de teatro! - propuso Laura, la más creativa del grupo. - ¡Sí! Podríamos inventar nuestros propios personajes y escenografía - agregó Martín entusiasmado. Así que, sin perder tiempo, se pusieron manos a la obra.

Juan tomó su libreta y comenzó a escribir el guion mientras los demás buscaban materiales para crear los disfraces y decorados.

- ¿Y si ambientamos la historia en un bosque encantado? - sugirió Sofía mientras cortaba cartulinas verdes para simular los árboles. - ¡Excelente idea! Podemos ser hadas, duendes o incluso animales mágicos - exclamó Pedro emocionado. Con ingenio y trabajo en equipo, pronto tenían todo listo para empezar.

Se colocaron los disfraces improvisados, se prepararon detrás de un pequeño escenario que armaron con cajas de cartón y dieron inicio a su gran espectáculo. La historia trataba sobre un grupo de amigos que debían rescatar al Rey del Bosque Encantado, quien había sido capturado por un malvado hechicero.

Cada uno de los chicos interpretaba a un personaje diferente: Juan era el valiente caballero, Laura la astuta princesa, Martín el sabio mago, Sofía la veloz hada y Pedro el travieso duende.

Con diálogos improvisados pero llenos de gracia e imaginación, lograron cautivar a todos los vecinos que se acercaban curiosos a ver el espectáculo callejero. Incluso algunos niños se sumaron al público y reían con las ocurrencias de los jóvenes actores.

Poco a poco, la historia fue tomando giros inesperados: aparecieron dragones de papel maché volando sobre sus cabezas, tormentas simuladas con baldes de agua y hasta un final sorprendente donde el hechicero resultó ser bueno y solo quería hacer amigos.

Al terminar la función con aplausos entusiastas del público presente, Juan miró a sus amigos con orgullo y felicidad. Habían creado juntos algo maravilloso, demostrando que no hace falta mucho dinero ni recursos sofisticados para divertirse y dejar volar la imaginación. - ¡Chicos! Esto fue increíble.

Gracias por esta tarde tan especial - dijo Juan con emoción. - ¡Fue genial trabajar juntos! Debemos hacerlo más seguido - expresó Laura sonriente. - Sin duda alguna.

Somos un equipo imparable cuando nos proponemos algo - afirmó Martín orgulloso. - Y lo mejor es que nos divertimos muchísimo haciéndolo - agregó Sofía contenta. - ¡Viva la creatividad y la amistad! - exclamó Pedro levantando su puño en señal de victoria.

Así terminó una tarde inolvidable en la plaza del barrio donde Juan y sus amigos descubrieron el poder mágico que surge al crear juntos desde el corazón.

Y aunque el sol comenzaba a ponerse tras los edificios altos, sabían que aquella aventura teatral quedaría grabada en sus recuerdos para siempre como un tesoro invaluable que fortaleció aún más su amistad.

FIN.

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