El teléfono mágico



Había una vez, en un pequeño pueblo llamado Villa Frutal, un niño llamado Benjamín. Benjamín era un niño muy curioso y siempre estaba buscando nuevas aventuras para vivir.

Un día, mientras exploraba el desván de su casa, encontró un viejo teléfono que pertenecía a su abuelo. Benjamín se preguntaba cómo funcionaría aquel antiguo aparato y decidió investigarlo. Se dio cuenta de que no tenía señal, pero eso no le importó en absoluto.

Con mucha imaginación, comenzó a jugar con él, fingiendo hacer llamadas a sus amigos y familiares.

Un día, mientras jugaba con el teléfono en la cocina de su casa, Benjamín tuvo una idea genial: ¿y si mezclaba diferentes frutas para hacer zumos deliciosos? Corrió al jardín y recolectó manzanas rojas y jugosas del manzano de su abuela. También agarró limones amarillos brillantes del árbol de limón. Con gran entusiasmo, exprimió las frutas hasta obtener dos vasos llenos de refrescante zumo casero.

Estaba tan emocionado que no se dio cuenta de que había dejado el teléfono sobre la mesa mientras hacía los zumos. De repente, sonó el timbre de su casa.

Era su mejor amigo Lucas invitándolo a subir a lo alto del cerro donde había una escalera misteriosa que llevaba hacia lo desconocido. Sin pensarlo dos veces, ambos niños corrieron hacia allí. Al llegar al cerro, encontraron la escalera mágica esperándolos pacientemente.

La escalera les habló y les dijo: "¡Hola, niños! Soy la escalera mágica de los sueños. Si suben por mí, podrán cumplir cualquier deseo que tengan en sus corazones". Benjamín y Lucas se miraron con asombro y decidieron subir juntos.

Al llegar a la cima de la escalera, se encontraron en un mundo lleno de color y alegría. Había árboles gigantes con hojas brillantes y flores resplandecientes por todas partes.

Los niños comenzaron a explorar aquel lugar maravilloso cuando vieron un cartel que decía: "El árbol del conocimiento". Se acercaron corriendo al árbol y notaron que estaba lleno de libros brillantes. Curiosos como siempre, tomaron uno cada uno y comenzaron a leer.

Los libros estaban llenos de historias increíbles sobre animales fantásticos, lugares lejanos e inventos sorprendentes. De repente, Benjamín recordó el teléfono que había dejado en la cocina.

Miró a Lucas emocionado y le dijo: "-¡Lucas! ¡Podemos llamar desde aquí a cualquier persona o lugar del mundo usando mi viejo teléfono!"Sin perder tiempo, buscaron un rincón tranquilo bajo el árbol del conocimiento para hacer su llamada especial. Benjamín marcó el número de emergencia para hablar con una científica muy famosa.

La científica respondió amablemente al otro lado del teléfono y los niños le hicieron muchas preguntas sobre ciencia e inventos fascinantes. La científica estaba impresionada por su curiosidad e inteligencia. Después de una larga conversación llena de aprendizaje y diversión, los niños se despidieron de la científica.

Bajaron por la escalera mágica con una sonrisa en sus rostros y corazones llenos de inspiración.

A medida que descendían, Benjamín sintió que había aprendido algo muy importante: el conocimiento es como un zumo delicioso que se obtiene al mezclar diferentes ingredientes. El teléfono le había permitido conectarse con alguien sabio y aprender cosas nuevas. Desde ese día, Benjamín nunca dejó de buscar nuevas aventuras y aprender cosas interesantes.

Siempre recordó que la curiosidad era su mejor aliada y que a través del conocimiento podía alcanzar cualquier sueño. Y así, Benjamín continuó explorando el mundo, acompañado por su fiel amigo Lucas.

Cada vez que veían un teléfono antiguo o bebían zumo casero, recordaban aquella maravillosa experiencia en la escalera mágica de los sueños.

FIN.

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