El Telescopio de los Sueños
Era un día soleado en el pueblo de Estrellita, donde todos los niños jugaban en el parque y los adultos se saludaban con amabilidad. En una pequeña tienda de antigüedades llamada "El Rincón de los Secretos", había un viejo telescopio que había sido olvidado. Mabuela, la dueña del lugar, era conocida por ser una mujer muy gruñona. Todos en el pueblo decían que nunca sonreía.
"¡Bah! Este telescopio no va a venderse jamás!", gruñía Mabuela mientras limpiaba el polvo del artefacto.
Un día, Paola, una niña muy alegre, entró a la tienda con una gran sonrisa.
"¡Hola, Mabuela! ¿Qué tal tu día?
- ¡Bah! No tengo tiempo para charlas. Estoy aquí limpiando cosas viejas", respondió Mabuela mientras movía el telescopio.
Paola se acercó curiosa.
"¿Y este? ¿Qué es?"
"Es un viejo telescopio. Nadie lo quiere y no sé cómo funciona", contestó Mabuela con desdén.
"Pero puede ser muy especial! Yo he escuchado que los telescopios son mágicos. ¡Pueden mostrarte las estrellas!" dijo Paola emocionada.
En ese instante, Luis Anibal, un chico muy inteligente de la escuela, entró en la tienda.
"¿De qué hablan?" preguntó.
"Del telescopio. Mabuela dice que nadie lo quiere", respondió Paola.
Luis Anibal se acercó y miró el telescopio.
"Mabuela, ¿sabés cómo funciona?"
"Para nada. Solo sé que es viejo y no interesa a nadie".
Luis Anibal sonrió.
"Yo puedo ayudarte a aprender. ¡Podemos descubrir juntos cómo funciona!" propuso.
Mabuela se cruzó de brazos.
"¿Y qué me importa? No tengo tiempo para estas cosas".
"Pero pensemos en todos los niños del pueblo. ¿Qué tal si lo usamos para observar las estrellas? ¡Podría ser divertido!" dijo Paola, saltando de alegría.
Mabuela finalmente dejó escapar un leve suspiro de curiosidad.
"De acuerdo, pero solo porque tengo un montón de tiempo muerta aquí."
Así, los tres empezaron a trabajar juntos. Luis Anibal explicó cómo apuntar el telescopio hacia las estrellas y cómo ajustarlo.
"¡Miren! Asomémonos por el ocular" dijo Luis mientras guiaba a Paola y Mabuela.
Cuando una noche salió el cielo estrellado, se reunieron en el parque con el telescopio. Jhon Manuel, un chico del barrio que siempre era respetuoso y educado, se unió al grupo.
"¿Puedo observar también?" preguntó.
"¡Claro, ven!" respondió Paola.
Cuando Jhon miró a través del telescopio, sus ojos se iluminaron.
"¡Guau! ¡Es impresionante! Nunca había visto la luna tan de cerca. ¡Miren esos cráteres!"
Mabuela, quien había estado quieta, no pudo evitar asomarse también.
"Esto es… ¡realmente fascinante!" dijo, sorprendida.
Paola sonrió aún más, viendo que hasta la gruñona Mabuela disfrutaba.
"¿Lo ven? ¡El telescopio es mágico!" dijo Paola.
A partir de esa noche, el telescopio pasó a ser el centro de atención en el parque. Los niños se turnaban para mirar las estrellas, e incluso Mabuela comenzó a sonreír mientras compartía historias sobre los astros.
- “Nunca imaginé que algo tan simple como un telescopio pudiera traer tanta alegría”, decía Mabuela.
A medida que pasaban las semanas, el telescopio se convirtió en símbolo de amistad y descubrimiento en Estrellita.
Mabuela, Paola, Luis Anibal y Jhon Manuel se volvieron grandes amigos, siempre explorando nuevos horizontes.
Y así, los cuatro aprendieron que, a veces, la falta de conocimientos puede llevar a grandes aventuras y que juntos, pueden descubrir cosas verdaderamente sorprendentes.
El viejo telescopio no solo mostró a los niños las estrellas, sino también la belleza de la amistad y la curiosidad. Después de todo, no siempre se trata de saber, sino de compartir y disfrutar juntos, y eso es lo que hace que cada noche sea mágica.
Y así, en Estrellita, Mabuela dejó de ser la mujer gruñona que conocían todos, y en su lugar, se convirtió en una abuela llena de historias sobre el universo, junto a sus nuevos amigos.
Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.
FIN.