El telón de la emoción


En la antigua Grecia, en tiempos lejanos, el teatro nació con sus grandes planos. Actores y coro cantaban al unísono, tragedias y comedias con gran abandono. En Roma el teatro se hizo presente, con obras de gladiadores y gente valiente.

Los romanos disfrutaban de la escena, entre risas y lágrimas, su alma se llena. Llegó Shakespeare en el Renacimiento, con su pluma creaba magia en cada momento. El teatro isabelino brillaba con esplendor, sus tragedias y comedias conquistaron alrededor.

En las calles de Italia surgió la Comedia del Arte, con máscaras y gestos que hacían resplandecerte. Los juglares contaban historias sin cesar, divirtiendo a grandes y chicos sin parar. Así, entre épocas y estilos tan diversos, el teatro nos ha dejado un legado inmerso.

Nos enseña a sentir, a reír, a llorar, a través de personajes que nos hacen soñar. Y así concluye este poema-cuento ancestral, recordando que el teatro es un arte genial. Que nos invita a explorar nuestra humanidad, y encontrar en las tablas la verdadera felicidad.

- ¡Qué maravillosa historia nos has contado hoy! - Sí, querido amigo, el teatro siempre tendrá mucho que enseñarnos.

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