El tendedero de Martina y los monitos traviesos


Había una vez en un pequeño pueblo de Argentina, una campesina llamada Martina. Martina era una mujer trabajadora y siempre se encontraba ocupada con las tareas del campo.

Un día soleado, mientras caminaba por su huerto, notó que tenía muchas jareas (cestas de mimbre) que necesitaban secarse al sol. Martina sabía que debía aprovechar el calor del día para secarlas correctamente y poder utilizarlas nuevamente.

Sin embargo, también sabía que no podía dejarlas sin supervisión porque algunos animales traviesos podrían llevárselas. Decidida a encontrar la solución perfecta, Martina tuvo una brillante idea.

Se le ocurrió construir un gran tendedero cerca de su casa para colgar todas las jareas y así mantenerlas seguras mientras se secaban al sol. Martina tomó algunas maderas viejas que había encontrado por ahí y comenzó a construir el tendedero. Trabajó arduamente durante todo el día hasta que finalmente terminó su proyecto.

Estaba muy orgullosa de sí misma y estaba ansiosa por probarlo. Al día siguiente, cuando salió al patio trasero con todas las jareas en sus brazos, quedó sorprendida al ver algo inesperado: ¡todas las jareas estaban desaparecidas! Martina no podía creer lo que veían sus ojos.

¿Qué había pasado? Comenzó a buscar pistas por todo el lugar y pronto encontró unas huellas extrañas cerca del tendedero. Siguiendo esas huellas llegaron hasta un árbol cercano donde vio a unos monitos jugando con sus queridas jareas.

Martina se acercó lentamente a ellos y les dijo con voz firme: "¡Oigan, monitos! Esas jareas son muy importantes para mí. Las necesito para trabajar en el campo.

¿Podrían devolvérmelas, por favor?"Los monitos la miraron curiosos y luego comenzaron a reírse y jugar con las jareas aún más. Martina se dio cuenta de que no iba a ser tan fácil recuperarlas. Pero Martina no se rindió tan fácilmente.

Recordó que había escuchado que los monitos eran muy traviesos pero también muy inteligentes. Entonces tuvo otra idea brillante. Martina fue corriendo hacia su casa y regresó con una caja llena de bananas frescas. Se acercó nuevamente a los monitos y les ofreció las deliciosas frutas.

"¡Miren lo que tengo para ustedes, monitos! Si me devuelven mis jareas, podrán disfrutar de estas deliciosas bananas", exclamó Martina emocionada.

Los monitos parecieron interesados en las bananas y comenzaron a discutir entre ellos sobre si debían aceptar o no la oferta de Martina. Finalmente, uno de los monitos más astutos decidió que era un buen trato y entregó las jareas a cambio de algunas bananas. Martina estaba feliz al ver sus queridas jareas nuevamente en sus manos.

Agradeció a los monitos por su colaboración y compartió generosamente las bananas con ellos como prometido. Desde ese día en adelante, cada vez que Martina tenía jareas para secar al sol, los monitos venían corriendo al tendedero esperando recibir sus deliciosas recompensas.

Martina aprendió una valiosa lección sobre la importancia de ser creativa y buscar soluciones ingeniosas para resolver problemas. También aprendió que a veces, ofrecer algo a cambio puede ayudar a obtener lo que uno necesita.

Y así, Martina continuó viviendo feliz en su pequeño pueblo, siempre encontrando formas ingeniosas de enfrentar los desafíos que se presentaban en su camino.

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