El Ternurómetro del Amor
En un pequeño pueblo llamado Arcoíris, donde los árboles eran de colores y el cielo siempre sonreía, vivían dos amigos inseparables: Lila, una dulzura de coneja de orejas largas y suaves, y Bruno, un aventurero y curioso oso de pelaje marrón. Desde que eran pequeños, Lila y Bruno compartían risas, juegos y secretos en el bosque encantado que rodeaba su hogar.
Un día, mientras jugaban a saltar charcos, Lila soñó con una gran fiesta que se celebraría en el centro del pueblo. "Bruno, ¡tendríamos que bailar y jugar con todos!" -exclamó Lila con entusiasmo. "Sí, suena genial, Lila. Pero, ¿y si no les gusta que estemos juntos?" -respondió Bruno con un poco de preocupación.
Lila, siempre valiente, sacudió su cabecita: "¡No importa lo que piensen! La amistad es lo que importa." Sin embargo, otros animales del pueblo no veían con buenos ojos la relación entre la dulce coneja y el oso fuerte. Creían que estaban muy diferentes, que una coneja y un oso no podían ser buenos amigos.
La fiesta llegó, y el lugar estaba lleno de animales bailando y riendo. Lila, vestida con un bonito lazo rosa, se sintió emocionada de ver a sus amigos. Pero cuando Bruno hizo su aparición, algunos comenzaron a murmurar: "¿Qué hace ese oso aquí?" "Se ve raro junto a Lila."
Los rumores comenzaron a crecer y, a pesar de que Lila quería bailar con su mejor amigo, algunos animales interrumpían: "¡No deberías estar con él, Lila!" -decía Cata, la ardilla más chismosa de Arcoíris. "¡Los osos son peligrosos!" -agregó Tito, el pajarito.
Lila miró a Bruno, quien tenía una mirada triste. "¿Sabés qué? No voy a dejar que me digan con quién debo estar. ¡Tú eres mi mejor amigo y siempre lo serás!" -dijo con determinación. "Pero... si no les gusta, ¿qué vamos a hacer?" -preguntó Bruno, sintiéndose inseguro.
En ese instante, la abuela de Lila, una sabia y anciana tortuga, apareció y, con su voz pausada, les dijo: "El verdadero valor de una amistad se encuentra en el corazón, no en lo que dice la gente. Si tienen amor y respeto, nada puede separarlos."
Inspirados por las palabras de la abuela, Lila y Bruno decidieron hacer algo especial. Juntos crearon un juego maravilloso en el que todos los animales del pueblo podrían participar. "Haremos una carrera de obstáculos en la fiesta, y cada uno podrá ser parte de un equipo mixto, sin importar si son conejos, osos, ardillas o pájaros." -propuso Lila, emocionada.
Cuando Lila y Bruno anunciaron el juego, los murmullos empezaron a desvanecerse. Todos se entusiasmaron con la idea, y la carrera se convirtió en el evento más divertido de la tarde. Mientras los animales corrían, reían y trabajaban juntos, los prejuicios comenzaron a desvanecerse como nubes al sol.
Una vez que terminó la carrera, el pueblo se unió para felicitar a Lila y Bruno. "¡No puedo creerlo! Su idea fue genial." -dijo Cata, con una sonrisa. "Sí, ¡ustedes son un gran equipo!" -agregó Tito. Bruno sonrió, sintiendo la calidez de la aceptación.
De repente, Lila gritó: "¡Bruno, ¡bailamos!" -y, sin pensarlo, Bruno tomó la patita de Lila y juntos se unieron al baile. Nadie se opuso y, al contrario, todos los animales se unieron en un gran círculo.
Esa noche, cuando todos los animales del pueblo se despidieron, miraron a Lila y Bruno con una nueva perspectiva. "Me doy cuenta que no importa cómo se vean, sino cómo se sienten.", dijo un pequeño erizo entre risas. Y así, en la mágica noche del pueblo de Arcoíris, se celebró la amistad verdadera.
Desde aquel día, los animales comprendieron que el amor y la amistad pueden brotar de los lugares más inesperados, y que siempre es bueno abrir el corazón y disfrutar de las diferencias. Lila y Bruno, juntos, se volvieron los mejores embajadores del amor en Arcoíris, demostrando que el destino siempre encuentra una manera de unir a quienes se quieren.
FIN.