El tesoro compartido



Había una vez una niña llamada Emily Jazmín que vivía en un pequeño pueblo. Emily era muy curiosa y siempre estaba buscando nuevas aventuras.

Un día, decidió ir al jardín con sus amiguitos para explorar y descubrir cosas emocionantes. Al llegar al jardín, se encontraron con su amigo Tomás, quien les contó sobre un tesoro escondido en el lugar. Todos se emocionaron y decidieron buscarlo juntos.

Caminaron por el jardín mientras observaban las hermosas flores de colores y escuchaban el canto de los pájaros. De repente, vieron una pequeña puerta en un árbol. Emily fue la primera en acercarse y abrir la puerta con mucho cuidado.

Detrás de la puerta, encontraron un sendero mágico que los llevó a un mundo lleno de fantasía y sorpresas. Había árboles gigantes que parecían tocar el cielo y animales parlanchines que les daban la bienvenida. "¡Wow! Esto es increíble", exclamó Emily emocionada.

Siguiendo las indicaciones del mapa del tesoro que habían encontrado junto a la puerta, comenzaron a caminar hacia una cascada brillante donde supuestamente estaba oculto el tesoro. Mientras avanzaban hacia la cascada, se encontraron con varios desafíos divertidos.

Tuvo que resolver acertijos ingeniosos para atravesar puentes mágicos e incluso tuvo que ayudar a algunos animales encantados a recuperar sus tesoros perdidos. Finalmente llegaron a la cascada brillante y allí estaba el tesoro que tanto buscaban.

Era un cofre lleno de monedas de chocolate y juguetes sorpresa. "¡Lo encontramos!", gritó Emily emocionada. Pero antes de abrir el cofre, Emily recordó algo importante. Sabía que había compartido una aventura maravillosa con sus amigos y decidió que lo justo era compartir también el tesoro.

"Chicos, ¿qué les parece si compartimos este tesoro entre todos?", propuso Emily. Sus amigos estuvieron de acuerdo y juntos abrieron el cofre para repartir los tesoros.

Rieron, jugaron y disfrutaron del hermoso día en el jardín mientras saboreaban las deliciosas monedas de chocolate. Al final del día, todos regresaron a casa con corazones felices y recuerdos inolvidables. Aprendieron la importancia de trabajar en equipo, resolver problemas juntos y compartir la alegría con los demás.

Desde ese día, Emily Jazmín se convirtió en la líder del grupo y continuaron explorando nuevos lugares mágicos en busca de aventuras emocionantes.

Siempre recordaron que lo más valioso no era encontrar tesoros materiales, sino tener amigos verdaderos con quienes compartir cada momento especial. Y así, Emily Jazmín siguió viviendo muchas otras historias llenas de diversión y aprendizaje junto a sus amiguitos en el jardín encantado. El fin

FIN.

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