El tesoro compartido



Había una vez un chiquillo llamado Juanito que vivía en un pueblito de México. Juanito era muy curioso y siempre estaba buscando aventuras nuevas.

Un día, mientras exploraba el bosque cercano a su casa, encontró un mapa antiguo escondido entre las hojas. -¡Órale! ¡Un mapa del tesoro! -exclamó emocionado Juanito-. ¡Vamos a buscarlo! Juanito decidió seguir el mapa y se adentró en la selva. Mientras caminaba, se encontró con un pequeño zorrillo llamado Pepé. -Hola, Pepé.

¿Sabes algo sobre este tesoro? -preguntó Juanito. -Pues mira, chavo -respondió Pepé-, yo he escuchado historias sobre ese tesoro desde que era un chamaco. Dicen que está escondido en una cueva por aquí cerca.

-¡Chido! ¡Vamos a buscarlo juntos! -propuso Juanito entusiasmado. Así comenzaron su aventura en busca del tesoro perdido. Caminaron durante horas hasta que finalmente llegaron a la entrada de la cueva. -¿Y ahora qué hacemos? -preguntó Juanito preocupado.

-Pues mira, güey -dijo Pepé-, dicen que para entrar a la cueva tienes que resolver un acertijo. Dice así: "El camino correcto solo podrás ver si te fijas bien al revés". Juanito pensó por un momento y de repente tuvo una idea brillante.

-¡Ya sé! Si leemos al revés las letras talladas en la entrada de la cueva, podremos descubrir el camino correcto. Juanito y Pepé descifraron el acertijo y encontraron el camino hacia el tesoro.

Dentro de la cueva, se encontraron con un montón de obstáculos que debían superar: puentes colgantes, trampas de dardos venenosos e incluso una serpiente gigante. -¡No te preocupes, Juanito! -gritó Pepé-.

¡Somos más listos que ellos! Con ingenio y valentía, Juanito y Pepé lograron superar cada obstáculo hasta llegar al final del camino. Ahí encontraron un cofre lleno de monedas de oro y piedras preciosas. -¡Ándale güey! ¡Lo logramos! ¡El tesoro es nuestro! -exclamó emocionado Juanito.

Pero en ese momento apareció Don Toribio, el propietario original del tesoro perdido. -¡Ay mis hijos! ¿Qué hacen aquí? Ese tesoro es mío -dijo Don Toribio molesto. Juanito se acercó a Don Toribio con calma y le explicó su historia.

Le contó cómo había encontrado el mapa y cómo habían resuelto los acertijos para llegar a la cueva. Don Toribio escuchó atentamente y finalmente sonrió. -Mira chavito, veo que eres un niño muy inteligente y valiente. Te ganaste este tesoro justo y cuadrado.

Pero recuerda siempre compartirlo con aquellos que lo necesiten también -le dijo Don Toribio mientras le entregaba una parte del tesoro a Juanito-. Juanito aprendió una gran lección sobre la importancia de la amistad, el ingenio y la generosidad.

A partir de ese día, se convirtió en un héroe local y siempre recordó compartir su tesoro con los demás. Y así, Juanito y Pepé vivieron muchas más aventuras juntos mientras ayudaban a quienes lo necesitaban.

Y aunque el tesoro se les acabó, nunca les faltó la alegría ni las ganas de seguir explorando el mundo.

FIN.

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