El tesoro compartido


Había una vez dos hermanitos llamados Estela y Ferrán. Estela era morena, tenía 5 años y le encantaba jugar con muñecas y pintar.

Por otro lado, Ferrán era castaño, tenía 3 años y disfrutaba de jugar con autos y construir torres con bloques. A pesar de ser tan diferentes, Estela y Ferrán eran los mejores amigos. Pero como todo hermano mayor, a veces Estela no quería compartir sus juguetes con su pequeño hermanito.

Un día, mamá decidió hablar con ellos sobre la importancia de compartir y aprender a jugar juntos. Los reunió en el cuarto de juegos y les dijo: "Chicos, sé que cada uno tiene sus juguetes favoritos, pero es importante aprender a compartirlos.

Jugar juntos hará que se diviertan mucho más". Estela frunció el ceño mientras miraba a Ferrán con recelo. Ella pensaba que él siempre rompía sus cosas o las ensuciaba.

Pero mamá le explicó que todos los niños cometían errores y que lo importante era aprender a perdonar. Desde ese día, Estela decidió darle una oportunidad a su hermanito para jugar juntos. Comenzaron por elegir un juego nuevo al cual ambos pudieran divertirse por igual.

Así fue como descubrieron un juego de mesa muy emocionante llamado "La aventura del tesoro". Era un juego en el cual tenían que trabajar en equipo para encontrar un tesoro escondido en la casa.

"Estoy emocionada por comenzar esta aventura", dijo Estela sonriendo mientras colocaba todas las piezas del juego en la mesa. "¡Yo también!", exclamó Ferrán, saltando de alegría. Comenzaron a jugar y se dieron cuenta de que trabajar juntos era mucho más divertido.

Estela tenía una gran habilidad para resolver acertijos, mientras que Ferrán era muy bueno encontrando pistas escondidas. "¡Mira Estela, encontré una pista debajo del sofá!", gritó Ferrán emocionado. "¡Excelente trabajo, hermanito! Ahora tenemos que descifrar el enigma", respondió Estela entusiasmada.

Trabajaron en equipo durante horas y finalmente lograron encontrar el tesoro escondido en el jardín. Era un cofre lleno de juguetes nuevos para ambos. Estela y Ferrán abrieron el cofre y se maravillaron con todos los juguetes que había dentro.

Sin embargo, en lugar de tomar cada uno sus juguetes favoritos, decidieron compartirlos entre ellos. Desde ese día, Estela y Ferrán aprendieron la importancia de jugar juntos y compartir.

Aprendieron a valorar las fortalezas del otro y a ayudarse mutuamente cuando algo les resultaba difícil. Cada vez que surgía un conflicto por algún juguete o juego, recordaban su aventura del tesoro y lo divertido que fue trabajar juntos como equipo. Así lograban resolver cualquier problema sin pelearse ni enfadarse.

Con el tiempo, Estela ya no veía a Ferrán como ese hermanito molesto que rompía sus cosas. Ahora lo veía como su compañero de juegos inseparable con quien podía contar siempre.

Y así fue cómo Estela y Ferrán aprendieron la valiosa lección de compartir juguetes y aprender a jugar juntos. Juntos descubrieron que la verdadera diversión estaba en compartir momentos especiales con su hermano y disfrutar de la compañía del otro.

Desde entonces, Estela y Ferrán se convirtieron en los mejores amigos y siempre estaban dispuestos a compartir sus juguetes, sus risas y sus aventuras.

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