El tesoro de Cambambalí
Había una vez en una aldea colombiana, un joven llamado Cambambalí. Era conocido por ser muy ingenioso y valiente, siempre buscando aventuras emocionantes.
Un día, escuchó a unos ancianos contar sobre un tesoro escondido en una cueva misteriosa en lo profundo de la selva. "¡Eso suena emocionante! Debo encontrar ese tesoro", pensó Cambambalí con entusiasmo. Sin dudarlo, se preparó con provisiones y herramientas necesarias para adentrarse en la cueva.
El camino estaba lleno de peligros: serpientes venenosas, trampas ocultas y oscuros pasadizos. Pero con astucia y valentía, logró sortear cada obstáculo que se interponía en su camino. Finalmente, después de enfrentar desafíos inimaginables, llegó al corazón de la cueva donde brillaba el tesoro tan ansiado.
Una gran cantidad de oro y piedras preciosas relucían frente a sus ojos. "¡Lo encontré! ¡Soy el más afortunado del mundo!", exclamó Cambambalí emocionado mientras recogía el tesoro.
Pero en lugar de guardar toda esa riqueza para sí mismo, decidió regresar a la aldea y compartirlo con todos sus habitantes. Con parte del tesoro, decidió construir una hermosa escuela para que los niños pudieran aprender y tener un futuro mejor.
La noticia se extendió rápidamente por toda la aldea, y pronto la escuela estuvo lista para recibir a los pequeños estudiantes ansiosos por aprender. "Gracias Cambambalí por tu generosidad y sabiduría. Ahora nuestros hijos tendrán un lugar donde educarse", le dijeron los padres agradecidos.
Desde ese día, Cambambalí se convirtió en un héroe no solo por su valentía y astucia para encontrar el tesoro, sino también por su bondad al compartirlo con su comunidad e invertir en la educación de las generaciones futuras.
Y así, entre risas de niños jugando y cánticos de maestros enseñando, la aldea prosperó gracias al valor e inteligencia de Cambambalí, quien demostró que las verdaderas riquezas no solo se encuentran en tesoros materiales sino también en actos generosos que benefician a todos.
FIN.