El tesoro de Cambambalí



En una aldea colombiana rodeada de altas montañas y ríos cristalinos vivía Cambambalí, un joven muy ingenioso y valiente.

Un día, mientras escuchaba a los ancianos del lugar contar historias sobre un tesoro escondido en una cueva misteriosa, su corazón se llenó de emoción y curiosidad. "¡Esa cueva debe estar llena de tesoros maravillosos! ¡Debo encontrarla!", pensó Cambambalí con determinación. Sin perder tiempo, preparó su mochila con provisiones, una linterna brillante y una cuerda resistente.

Se adentró en la selva espesa siguiendo las indicaciones que le habían dado sobre la ubicación de la cueva. En el camino, sorteó serpientes venenosas, puentes colgantes y trampas astutamente colocadas por antiguos cazadores.

Finalmente, después de días de búsqueda incansable, divisó la entrada de la cueva entre las sombras de los árboles centenarios. Con paso firme y corazón agitado por la emoción, entró en la oscuridad con su linterna alumbrando el camino.

Descendió por pasadizos estrechos y escalones resbaladizos hasta llegar a una gran cámara repleta de joyas centelleantes y monedas antiguas. "¡Lo encontré! ¡El tesoro tan ansiado está ante mis ojos!", exclamó Cambambalí emocionado mientras recogía algunas gemas preciosas para llevar consigo.

Pero en ese momento resonó un estruendo sordo que hizo temblar las paredes de la cueva. Una enorme roca se desprendió del techo bloqueando la salida. Cambambalí se sintió atrapado y desesperanzado por un instante, pero pronto recordó su ingenio y valentía.

Con astucia e imaginación, ideó un plan para mover la roca utilizando palancas improvisadas con troncos caídos.

Después de horas agotadoras de esfuerzo logró abrirse paso hacia la libertad bajo el sol radiante que iluminaba su rostro sudoroso pero sonriente. Al regresar a la aldea cargado con parte del tesoro encontrado en la cueva, todos quedaron sorprendidos por su hazaña.

En vez de guardar toda la riqueza para sí mismo, decidió compartir sus hallazgos con los habitantes del lugar más necesitados. "Este tesoro no solo me pertenece a mí sino a toda nuestra comunidad. Con él construiremos una escuela donde nuestros niños podrán aprender y crecer juntos", anunció Cambambalí generando aplausos y alegría entre todos los presentes.

Así fue como gracias al ingenio, valentía y generosidad de Cambambalí no solo encontraron un tesoro material en aquella cueva misteriosa sino también descubrieron el verdadero valor del trabajo en equipo y el compartir con quienes más lo necesitan.

FIN.

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