El tesoro de Dante


Había una vez un pequeño dragón llamado Dante, que vivía en un bosque encantado junto a su familia. A diferencia de los demás dragones, Dante no podía lanzar fuego por su boca.

Esto lo hacía sentir triste y diferente. Un día, mientras exploraba el bosque, Dante se encontró con un grupo de animales que estaban en problemas. Había un conejito atrapado en una red y no podía escapar.

Sin pensarlo dos veces, Dante corrió hacia él y sopló aire caliente para liberarlo. "- ¡Gracias, amiguito! ¿Cómo hiciste eso sin lanzar fuego?", preguntó el conejito sorprendido. "- No puedo lanzar fuego como los demás dragones", respondió Dante con tristeza.

Los animales alrededor quedaron impresionados por la valentía de Dante y decidieron contarle sobre una antigua leyenda del bosque. Según la historia, había un tesoro escondido en las profundidades de una cueva misteriosa.

Se decía que este tesoro tenía el poder de conceder cualquier deseo a quien lo encontrara. Dante sintió una chispa de esperanza dentro de él y decidió emprender la búsqueda del tesoro para cumplir su deseo más profundo: aprender a lanzar fuego como los demás dragones.

El camino hacia la cueva era peligroso y lleno de obstáculos, pero Dante estaba decidido a llegar hasta allí. Durante su viaje, se encontró con diferentes criaturas mágicas que le ayudaron a superar cada desafío.

Un duende le enseñó cómo usar sus garras afiladas para escalar montañas, una hada le mostró cómo usar su cola para nadar rápidamente y un elfo le enseñó a volar de manera más ágil. Finalmente, Dante llegó a la cueva misteriosa.

El interior estaba oscuro y lleno de tesoros brillantes. Justo en el centro, había una pequeña llama azul que parecía estar esperando por él. "- ¿Qué es esto?", preguntó Dante curioso. La llama habló con voz suave y cálida: "- Soy el fuego interior, Dante.

No necesitas lanzar fuego como los demás dragones para ser especial. Tu valentía y bondad son tus verdaderos tesoros". Dante se dio cuenta de que no necesitaba aprender a lanzar fuego para ser importante.

Su corazón noble y sus acciones generosas lo hacían único y especial. Lleno de alegría, Dante regresó al bosque encantado junto a sus amigos animales.

A partir de ese día, todos lo veían con admiración y respeto por todo lo que había logrado. Aunque nunca pudo lanzar fuego como los otros dragones, Dante encontró su lugar en el mundo como un dragón muy especial: aquel que siempre estaba dispuesto a ayudar sin importar las circunstancias.

Y así, vivió felizmente rodeado del amor y la amistad de todos los habitantes del bosque encantado.

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