El tesoro de Fantasía



Había una vez, en un pequeño pueblo rodeado de montañas y bosques frondosos, una ciudad mágica llamada "Fantasía". En esta ciudad, los niños eran libres de jugar y explorar sin preocupaciones.

Un grupo de amigos, compuesto por Lucas, Sofía y Martín, siempre se reunían después de la escuela para descubrir nuevos lugares en Fantasía.

Un día, mientras caminaban por el parque central del pueblo, encontraron un mapa antiguo que mostraba un tesoro escondido en el corazón del bosque encantado. Emocionados por la aventura que les esperaba, los tres amigos decidieron embarcarse en la búsqueda del tesoro. Siguiendo las indicaciones del mapa, se adentraron en el bosque con entusiasmo y curiosidad.

A medida que avanzaban entre los árboles altos y frondosos, comenzaron a escuchar risas lejanas y música alegre. Al seguir el sonido, llegaron a un claro donde se encontraba una hermosa cascada rodeada de hadas bailarinas. - ¡Mira! ¡Son haditas! - exclamó Sofía emocionada.

Las haditas invitaban a los niños a bailar con ellas alrededor de la cascada. Los pies de Lucas no podían evitar moverse al ritmo de la música mágica. Sofía reía mientras saltaba como una mariposa encantada.

Martín giraba alrededor con una sonrisa tan grande que parecía iluminar todo el lugar. Después de disfrutar de aquel momento mágico junto a las haditas durante un buen rato, los niños continuaron su camino hacia el tesoro.

Siguiendo el mapa, llegaron a un puente colgante que cruzaba un río lleno de peces de colores. - ¡Qué hermosos peces! - exclamó Martín asombrado. Pero cuando intentaron cruzar el puente, este comenzó a moverse y balancearse peligrosamente.

Los niños se agarraron fuertemente a las cuerdas del puente mientras trataban de mantener el equilibrio. - ¡No podemos rendirnos! - gritó Lucas con determinación. Con valentía, los amigos se ayudaron mutuamente para atravesar el puente con éxito.

Al llegar al otro lado, pudieron ver una cueva misteriosa en la distancia. Sabían que allí encontrarían su tesoro tan ansiado. Al entrar en la cueva, descubrieron una sala llena de estatuas antiguas y joyas brillantes.

El tesoro era más grande y hermoso de lo que jamás habrían imaginado. Pero antes de tocarlo, escucharon una voz susurrante proveniente de lo más profundo:- Solo aquellos que hayan demostrado coraje y amistad verdadera podrán llevarse este tesoro.

Los niños comprendieron entonces que no debían llevarse nada material, sino aprender algo importante sobre sí mismos. Mirándose unos a otros con amor y gratitud por su amistad inquebrantable, decidieron dejar el tesoro tal como estaba.

Al salir de la cueva vacía pero llenos de felicidad por haber superado tantos desafíos juntos, los tres amigos regresaron a Fantasía con corazones rebosantes de alegría y sabiduría. Desde aquel día, Lucas, Sofía y Martín se convirtieron en los guardianes de la ciudad mágica.

Cada vez que alguien necesitaba ayuda o un poco de magia en su vida, ellos estaban allí para brindar una sonrisa y un abrazo cálido.

Y así, gracias a su valentía y amistad verdadera, Fantasía se convirtió en un lugar aún más mágico donde todos los niños podían disfrutar y explorar el paisaje maravilloso que les rodeaba.

FIN.

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