El Tesoro de Gran Canaria


El Principito y Arminda estaban emocionados por su viaje a Gran Canaria. Habían escuchado historias maravillosas sobre la isla y estaban ansiosos por explorar cada rincón.

Llegaron a Gáldar, donde se maravillaron con las antiguas cuevas y los paisajes impresionantes. "¡Qué hermoso es todo esto!" exclamó El Principito, mirando a su alrededor con ojos brillantes. "Sí, es increíble", respondió Arminda, sonriendo.

Continuaron su viaje hacia Arucas, donde visitaron la famosa fábrica de ron y probaron deliciosos dulces locales. Pero fue en Teror donde vivieron una de las aventuras más emocionantes de su viaje. Al llegar a Teror, El Principito y Arminda se encontraron con el colegio CEIP Miraflor.

La directora los recibió cálidamente y les ofreció hacer un recorrido por las instalaciones. Mientras caminaban por los pasillos decorados con dibujos coloridos, escucharon risas y voces de niños felices. "¡Qué alegría se siente aquí!" comentó Arminda, contagiada por el ambiente positivo del colegio.

"Sí, es maravilloso ver a los niños tan contentos", asintió El Principito. De repente, la directora los llamó emocionada.

Les dijo que estaban organizando una actividad especial para los alumnos ese día: ¡una búsqueda del tesoro! Los ojos de El Principito se iluminaron ante la idea de vivir una nueva aventura. Los dos amigos se unieron a los niños en la búsqueda del tesoro. Recorrieron el colegio siguiendo pistas divertidas y resolviendo acertijos ingeniosos.

Finalmente, llegaron al jardín del colegio, donde desenterraron un cofre lleno de libros nuevos para la biblioteca escolar. "¡Lo logramos!" exclamó uno de los niños, emocionado por haber encontrado el tesoro.

"Fue una experiencia increíble", dijo Arminda con una sonrisa en el rostro. La directora agradeció a El Principito y Arminda por unirse a la actividad y les regaló dos libros como recuerdo de su visita al colegio CEIP Miraflor.

Los dos amigos se despidieron con gratitud y alegría en sus corazones. Mientras continuaban su viaje por Gran Canaria, El Principito y Arminda recordaban con cariño la divertida aventura en el colegio.

Aprendieron que no hay edad para disfrutar de juegos educativos y que siempre hay algo nuevo por descubrir si mantienes tu mente abierta y tu corazón lleno de alegría.

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