El Tesoro de la Amabilidad
Había una vez en un pequeño pueblo de la sierra, una niña llamada Dalmi. Vivía con su familia en una humilde casita y aunque no tenían muchas cosas materiales, eran muy felices.
Dalmi era alegre y siempre mostraba amabilidad hacia los demás. Sin embargo, había algo que la entristecía profundamente: las burlas y el maltrato por parte de Charlotte, una niña rica del colegio.
Charlotte se creía superior debido a su dinero y constantemente menospreciaba a los demás niños del pueblo. Un día, la profesora decidió intervenir para poner fin a esta situación.
Reunió a todos los alumnos en el salón de clases y les habló sobre el respeto y la importancia de tratar a los demás como nos gustaría ser tratados. "-Niños, hoy quiero hablarles sobre lo valioso que es cada uno de ustedes", comenzó la profesora con voz firme pero cálida.
"Todos somos diferentes en muchos aspectos, pero eso no significa que unos sean mejores o peores que otros". Dalmi escuchaba atentamente mientras miraba fijamente a Charlotte, quien parecía poco interesada en lo que decía la profesora. "-El dinero puede traer comodidades materiales, pero no define quiénes somos como personas", continuó la profesora.
"Lo verdaderamente importante es cómo nos comportamos con los demás y cómo tratamos a quienes nos rodean".
Charlotte intentó interrumpir: "-Pero yo tengo más cosas porque soy rica ¡y ellos solo son pobres!"La profesora sonrió amablemente antes de responder: "-Querida Charlotte, tener dinero no te hace mejor que nadie. La verdadera riqueza está en el corazón y en la forma en que te relacionas con los demás".
Dalmi levantó tímidamente la mano y dijo: "-Profesora, yo no tengo dinero ni cosas materiales, pero siempre trato de ser amable y ayudar a quien lo necesita". La profesora asintió con orgullo y continuó: "-Exacto, Dalmi.
El valor de una persona no se mide por su cuenta bancaria, sino por sus acciones y cómo trata a los demás. No importa si alguien tiene más o menos dinero que tú, lo importante es ser respetuoso y compasivo".
Charlotte reflexionó sobre las palabras de la profesora mientras miraba a Dalmi con admiración. A partir de ese día, Charlotte comenzó a cambiar su actitud hacia los demás niños del colegio. Dejó atrás su arrogancia y empezó a valorar las cualidades únicas que cada uno tenía para ofrecer.
Dalmi se convirtió en un ejemplo para todos al demostrar que la verdadera grandeza no depende del dinero ni de las posesiones materiales.
Y así, gracias a la sabia enseñanza de su profesora, el colegio se transformó en un lugar donde todos eran tratados con respeto e igualdad. Charlotte aprendió una valiosa lección sobre humildad y descubrió que el verdadero poder radica en el amor hacia los demás.
Desde aquel día, Dalmi y Charlotte se convirtieron en grandes amigas y juntas demostraron que la amabilidad puede cambiar vidas. Fin.
FIN.