El tesoro de la amistad



Había una vez un nene llamado Mateo que vivía en un pequeño pueblo rodeado de naturaleza.

A Mateo le encantaba explorar y descubrir nuevos lugares, pero había algo que siempre le llamaba la atención: un enorme árbol mágico en el centro del bosque. Un día, mientras jugaba cerca del árbol, vio a lo lejos a alguien acercarse. Era un rey vestido con ropas brillantes y llevando una corona dorada en su cabeza.

El rey se acercó a Mateo y le dijo:- ¡Hola, joven aventurero! Soy el Rey Rodrigo y estoy buscando una manzana especial para mi cena esta noche.

¿Sabes dónde puedo encontrarla? Mateo miró alrededor y señaló hacia arriba, donde las ramas del árbol estaban llenas de manzanas rojas y jugosas. - Claro que sí, Majestad. En ese árbol hay muchas manzanas deliciosas. Puedo ayudarte a alcanzarlas si quieres. El Rey Rodrigo sonrió y aceptó la ayuda de Mateo.

Juntos treparon al árbol mágico y comenzaron a recolectar las manzanas para la cena real.

Mientras tanto, en el pueblo cercano, había otro niño llamado Lucas que soñaba con tener su propio auto para poder viajar por todas partes sin depender de nadie más. Pero no tenía suficiente dinero para comprar uno. Un día, Lucas decidió ir al bosque en busca de aventuras como solía hacerlo Mateo.

Caminando entre los árboles encontró al Rey Rodrigo disfrutando de sus manzanas junto a Mateo. Lucas se acercó y preguntó:- Disculpen, ¿puedo unirme a su divertida tarde de recolección de manzanas? El rey asintió y Lucas comenzó a ayudarlos. Mientras trabajaban juntos, los tres empezaron a conversar y contar historias.

Mateo le contó al Rey Rodrigo sobre el sueño de Lucas de tener su propio auto. El Rey Rodrigo, impresionado por la amabilidad y generosidad de Lucas, decidió hacer algo especial por él.

Sacó una pequeña caja dorada de su bolsillo y se la entregó. - Lucas, quiero darte esto como muestra de mi gratitud por tu ayuda. Dentro encontrarás un regalo que te ayudará a cumplir tu sueño.

Lucas abrió la caja con emoción y allí encontró las llaves de un hermoso auto rojo brillante. - ¡Wow! ¡No puedo creerlo! Muchas gracias, Majestad. Esto es más de lo que nunca hubiera imaginado.

El Rey Rodrigo sonrió satisfecho y dijo:- Recuerda siempre que cuando ayudas a otros desinteresadamente, el universo encuentra una manera de devolverte esa bondad multiplicada. Desde ese día en adelante, Mateo siguió explorando y descubriendo nuevos lugares junto con sus amigos Lucas y el Rey Rodrigo.

Juntos aprendieron que la amistad verdadera no tiene límites ni barreras, solo necesita amor y generosidad para florecer.

Y así termina nuestra historia llena de aventuras mágicas donde los sueños se hacen realidad gracias a la amistad sincera entre un nene curioso, un rey bondadoso, un árbol mágico y una manzana deliciosa.

FIN.

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