El tesoro de la amistad



Había una vez en un pequeño pueblo llamado Villa Esperanza, dos enamorados llamados María Julia y Sebastián. Eran dos niños muy curiosos y aventureros que siempre estaban buscando nuevas experiencias juntos.

Un día, mientras exploraban el bosque cercano a su casa, encontraron un mapa misterioso debajo de una roca. Estaba lleno de dibujos y señales extrañas que los intrigaron. Decidieron seguirlo y descubrir qué se escondía detrás de aquel enigma.

Siguiendo las pistas del mapa, llegaron a una cueva oculta en lo profundo del bosque. Con mucha valentía, decidieron entrar para descubrir qué había dentro.

Al adentrarse en la cueva, se encontraron con una sorpresa inesperada: ¡un tesoro brillante! Pero antes de poder tomar el tesoro, apareció un viejo sabio llamado Don Benito. Les explicó que ese tesoro era especial y solo podían obtenerlo si superaban tres pruebas desafiantes. La primera prueba consistía en resolver un acertijo complicado sobre animales del bosque.

María Julia era muy astuta para los acertijos y logró resolverlo rápidamente. "El primero tiene rayas pero no es tigre, el segundo vuela pero no es ave ¿Qué son?"- dijo María Julia pensativa.

"¡Son las cebras y las mariposas!"- exclamó Sebastián emocionado al darse cuenta de la respuesta correcta. Don Benito quedó impresionado con su inteligencia y les dio la segunda prueba: construir un puente hecho con palitos para cruzar un río turbulento.

Sebastián, que era muy hábil con las manos, construyó un puente fuerte y seguro en poco tiempo. Finalmente, llegó la tercera prueba: escalar una montaña empinada. María Julia y Sebastián eran muy valientes y decididos.

Juntos lograron superar el desafío, ayudándose mutuamente en cada paso. Cuando finalmente alcanzaron la cima de la montaña, encontraron el tesoro brillante que tanto habían deseado.

Pero se dieron cuenta de algo aún más importante: su verdadero tesoro era su amistad y el poder trabajar juntos como equipo. Regresaron al pueblo con una gran lección aprendida: nunca rendirse ante los desafíos y siempre apoyarse mutuamente.

Compartieron su historia con todos los habitantes de Villa Esperanza, inspirando a otros a enfrentar sus propios desafíos con valentía y perseverancia. Desde aquel día, María Julia y Sebastián se convirtieron en héroes del pueblo, recordados por su coraje y espíritu aventurero. Pero lo más importante es que siguieron siendo los mejores amigos para siempre.

Y así concluye esta historia llena de aventuras emocionantes que nos enseña la importancia de la amistad verdadera y el valor de enfrentar nuestros miedos juntos.

FIN.

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