El Tesoro de la Amistad



Había una vez un gatito llamado Negativo, que vivía felizmente con su dueño Franklin. Negativo era muy juguetón y siempre estaba lleno de energía.

Le encantaba correr por toda la casa, saltar de un mueble a otro y perseguir pelotas de lana. Un día, Negativo se levantó con mucha hambre. Se acercó a su plato de comida esperando encontrar su delicioso procan, pero en lugar de eso solo había sopa.

Negativo frunció el ceño y miró a Franklin con tristeza. "¡Miau! ¿Dónde está mi procan?", preguntó Negativo con voz lastimera. Franklin le explicó que no tenía más procan en ese momento y que solo podía darle sopa.

Pero Negativo no estaba contento con esa respuesta. Él amaba su alimento favorito y la sopa simplemente no era lo mismo para él. Negativo comenzó a sentirse triste y desanimado. Ya no tenía ganas de jugar ni de explorar la casa como solía hacerlo.

Pasaba sus días tumbado en un rincón, sin energías para hacer nada. Un día, mientras Negativo seguía triste en su rinconcito, escuchó unos ruidos extraños provenientes del jardín trasero.

Curioso, decidió investigar qué era lo que estaba pasando allí afuera. Cuando llegó al jardín, se encontró con una sorpresa maravillosa: ¡un grupo de gatos callejeros había encontrado su camino hacia el patio trasero! Estaban jugando entre ellos y parecían estar disfrutando mucho.

Negativo se acercó con timidez a los gatos callejeros y comenzó a observar cómo jugaban. Se dio cuenta de que no necesitaban procan para divertirse, simplemente se divertían con lo que tenían. Saltaban de un lado a otro, perseguían mariposas y trepaban árboles.

"¡Miau! Parece que están pasándola genial sin tener procan", pensó Negativo sorprendido. Negativo decidió unirse a ellos y dejarse llevar por la diversión. Comenzó a saltar y correr como nunca antes lo había hecho.

Se dio cuenta de que no importaba qué tipo de comida tenía en su plato, lo importante era disfrutar el momento y aprovechar al máximo cada día.

Desde ese día, Negativo aprendió una gran lección: la felicidad no depende de las cosas materiales o del tipo de comida que tengamos, sino de cómo aprovechamos cada momento y buscamos la alegría en las pequeñas cosas.

Franklin también aprendió algo muy importante al ver a Negativo tan feliz: siempre debemos esforzarnos por darle lo mejor a nuestros seres queridos, incluso cuando se trata del alimento para nuestras mascotas. A partir de ese día, Franklin hizo todo lo posible por conseguirle nuevamente el procan favorito de Negativo.

Y aunque ya no era triste si alguna vez volvía a recibir solo sopa, Negativo sabía que siempre podría encontrar la felicidad en su interior y recordar la valiosa lección que había aprendido junto a sus nuevos amigos callejeros.

Y así fue como Negativo se convirtió en el gatito más feliz del mundo, llenando cada rincón de su hogar con su energía y alegría, sin importar qué tipo de comida tuviera en su plato.

FIN.

Dirección del Cuentito copiada!
1