El Tesoro de la Amistad
Pele y WaSA vivían juntos en un rincón del pueblo, donde compartían todas sus aventuras. Una tarde soleada, mientras paseaban por el parque, Pele vio algo brillante en el suelo.
- ¡Mira WaSA! ¡Es un mapa del tesoro! - exclamó Pele emocionado. WaSA se acercó para ver de qué se trataba y asintió con la cabeza. Juntos decidieron seguir las indicaciones del mapa y buscar el tesoro escondido. Emprendieron su viaje hacia lo desconocido.
Caminaron durante horas hasta llegar a un bosque oscuro y misterioso. El viento soplaba fuerte entre los árboles, causando que las hojas crujieran bajo sus patas. - ¿Estás seguro de que queremos seguir adelante, Pele? - preguntó WaSA con precaución.
- Claro que sí, WaSA. No podemos rendirnos ahora. Estoy seguro de que encontraremos algo maravilloso al final del camino - respondió Pele con determinación. Continuaron caminando hasta llegar a una cueva profunda.
La entrada estaba cubierta de telarañas y parecía abandonada hace mucho tiempo. - Parece que encontramos nuestro destino final, WaSA - dijo Pele emocionado. Entraron en la cueva sin saber qué iban a encontrar dentro. Caminaron despacio mientras sus ojos se ajustaban a la oscuridad.
De repente, escucharon un gruñido proveniente de lo más profundo de la cueva. - ¿Qué fue eso? - preguntó WaSA preocupado. - No lo sé, pero no podemos retroceder ahora - respondió Pele valientemente.
Siguiendo el sonido, llegaron a una sala llena de tesoros brillantes. Había monedas de oro, joyas y estatuillas antiguas. - ¡Lo encontramos, WaSA! ¡El tesoro es real! - exclamó Pele emocionado.
Justo cuando iban a reagarrar los tesoros, apareció un enorme dragón en la entrada de la cueva. El dragón les bloqueaba la salida y parecía muy enfadado. - ¡Tenemos que encontrar una forma de salir de aquí, WaSA! - dijo Pele nervioso. Pele y WaSA buscaron rápidamente una solución.
Vieron unas antorchas apagadas en una esquina de la sala y tuvieron una idea brillante. Encendieron las antorchas con sus patitas y se acercaron al dragón con valentía.
- Oye, señor dragón - dijo Pele temblando un poco -, si nos permites salir pacíficamente, te dejaremos parte del tesoro como muestra de gratitud. El dragón miró fijamente a los dos amigos durante unos segundos y luego asintió con la cabeza. Abrió paso para que pudieran salir sin hacerles daño.
Pele y WaSA salieron corriendo de la cueva mientras el dragón guardaba su parte del tesoro felizmente. Una vez fuera, se sentaron en el suelo para descansar y recuperar el aliento.
- ¿Sabes qué? A veces las aventuras pueden ser peligrosas pero también nos enseñan cosas importantes - dijo WaSA reflexivamente. - Tienes razón, amigo mío. La amistad verdadera nos ayuda a superar cualquier obstáculo y a encontrar tesoros en lugares inesperados - respondió Pele sonriendo.
Desde aquel día, Pele y WaSA siguieron viviendo emocionantes aventuras juntos. Aprendieron que la valentía, la determinación y la amistad son las claves para superar cualquier desafío y descubrir los tesoros más valiosos de la vida.
Y así, continuaron escribiendo su historia en el pequeño pueblo de Argentina. .
FIN.