El tesoro de la amistad


Era una vez en un pequeño pueblo llamado Villa Esperanza, donde vivían tres amigos muy curiosos y aventureros: Lucas, Martina y Tomás.

Un día, mientras exploraban el bosque cercano a su casa, encontraron un mapa antiguo que parecía llevarlos a un tesoro escondido. Emocionados por la idea de encontrar algo tan especial, los tres amigos decidieron seguir las pistas del mapa. Caminaron durante horas siguiendo flechas dibujadas en los árboles y llegaron a una cueva misteriosa.

Al entrar en la cueva, se encontraron con una sorpresa: ¡un dragón dormido! El dragón era gigante y tenía escamas brillantes de colores como el arcoíris.

Aunque al principio estaban asustados, se dieron cuenta de que el dragón no quería hacerles daño. "¿Quién eres tú?" preguntó Martina con cautela. El dragón despertó lentamente y respondió con voz amigable: "Soy Dragy, el guardián del tesoro". Los ojos de los tres amigos se iluminaron al escuchar eso.

"¡Un tesoro!", exclamó Lucas emocionado. "¿Podemos verlo?", preguntó Tomás ansioso. Dragy sonrió y les explicó que para llegar al tesoro debían superar tres pruebas. La primera prueba era encontrar la llave dorada oculta entre las hojas del bosque encantado.

Los niños buscaron incansablemente hasta que Lucas descubrió la llave escondida detrás de una flor gigante. La segunda prueba consistía en resolver un acertijo complicado sobre animales mágicos.

Martina, que era muy inteligente, descifró el acertijo y les indicó el camino correcto hacia la siguiente prueba. La tercera prueba resultó ser la más difícil: tenían que cruzar un río lleno de cocodrilos hambrientos. Pero Tomás, que era valiente y ágil, tuvo una idea brillante.

Construyó un puente improvisado con troncos y ramas para que los tres amigos pudieran cruzar sin peligro. Finalmente, después de superar todas las pruebas, llegaron a una sala llena de oro y joyas resplandecientes.

Los ojos de los niños se abrieron como platos al ver tanta riqueza. "¡Lo logramos!", exclamaron al unísono. Dragy felicitó a los tres amigos por su valentía y trabajo en equipo.

Les explicó que el verdadero tesoro no era el oro ni las joyas, sino la amistad y la confianza que habían demostrado durante su aventura juntos. "Recuerden siempre valorar lo importante en la vida: tener amigos leales", dijo Dragy sabiamente. Los niños asintieron con gratitud mientras se despedían del dragón.

Regresaron a Villa Esperanza con sus corazones llenos de alegría y compartieron su increíble historia con todos sus vecinos. A partir de ese día, Lucas, Martina y Tomás se convirtieron en héroes del pueblo y vivieron muchas más aventuras juntos.

Y así fue como estos tres amigos descubrieron el verdadero tesoro escondido dentro de ellos mismos: la amistad eterna.

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