El tesoro de la amistad


Anita y Martina estaban jugando en el jardín de la casa de los abuelos. Anita estaba muy emocionada porque su prima mayor le había prometido que iban a jugar juntas todo el día.

Mientras exploraban el jardín, Anita vio algo brillante debajo de una piedra. Se acercó corriendo y descubrió un pequeño cofre dorado. - ¡Mira, Martina! ¡Un tesoro! -exclamó Anita emocionada. Martina se acercó para ver lo que había encontrado su prima.

Al abrir el cofre, encontraron un mapa del tesoro con instrucciones detalladas para encontrar más tesoros escondidos por todo el jardín. Las dos niñas comenzaron su búsqueda del tesoro siguiendo las pistas del mapa.

Cada vez que encontraban un nuevo tesoro, sentían una gran emoción y alegría en sus corazones. Pero después de buscar durante horas sin éxito, comenzaron a sentirse desanimadas y frustradas. Fue entonces cuando decidieron trabajar juntas como equipo para resolver los acertijos restantes.

- ¿Qué tal si buscamos bajo las flores? -sugirió Anita mientras señalaba hacia unas margaritas blancas en el rincón del jardín. - Buena idea, Anita -dijo Martina-. Vamos a buscar allí.

Y así fue como encontraron el último tesoro escondido bajo las flores: una pequeña caja con dos pulseras idénticas dentro. Las niñas se miraron entre sí con asombro al darse cuenta de que cada uno tenía la mitad de un corazón grabado en sus pulseras; eran piezas de un rompecabezas.

- ¡Somos como dos mitades de un todo! -dijo Anita emocionada mientras se ponía su pulsera. Martina sonrió y se puso su pulsera también.

Era un momento muy especial para las dos niñas, una lección importante sobre la importancia del trabajo en equipo y la amistad verdadera. A partir de ese día, Anita y Martina se convirtieron en las mejores amigas. Se dieron cuenta de que trabajar juntas era mucho más divertido que hacerlo solas.

Y cada vez que miraban sus pulseras, recordaban la aventura del tesoro y lo mucho que habían aprendido juntas.

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