El tesoro de la amistad



Había una vez un niño llamado Tomás, quien era un explorador en entrenamiento. Estaba muy emocionado porque solo le faltaba obtener su última medalla para graduarse como explorador oficial.

Sin embargo, Tomás tenía un problema: era egoísta y malo. Aunque su objetivo principal era viajar por las montañas y ayudar a familias y ancianos con mala salud, siempre lo hacía de mala gana y solo pensando en sí mismo.

No se preocupaba por los demás ni mostraba empatía hacia aquellos a quienes supuestamente ayudaba. Un día, mientras caminaba por el camino hacia la montaña donde debía cumplir su tarea final, se encontró con otro niño llamado Lucas.

Lucas también estaba compitiendo por la misma medalla, pero a diferencia de Tomás, él era amable y generoso. Lucas siempre había sido conocido por ser una persona solidaria que disfrutaba ayudando a los demás sin esperar nada a cambio.

Esto hizo que muchos creyeran que Lucas tenía más posibilidades de ganar la medalla. Tomás no podía soportar la idea de perder ante alguien como Lucas. Decidió que haría todo lo posible para sabotear las acciones de Lucas y asegurarse así de ganar la competencia.

El primer desafío consistió en llevar suministros médicos a una familia en necesidad que vivía en lo alto de una colina empinada.

Mientras Tomás subía rápidamente sin ayuda alguna, vio cómo Lucas se detenía para ayudar a un anciano cansado que luchaba por llegar hasta allí. Tomás pensó: "¡Qué tonto es este chico! ¡Está perdiendo tiempo y energía en ayudar a alguien que no puede ayudarlo en nada!".

Pero lo que Tomás no sabía es que, al detenerse para ayudar al anciano, Lucas había descubierto una ruta más fácil y rápida hacia la familia necesitada. Cuando Tomás finalmente llegó a la casa de la familia, se dio cuenta de que Lucas ya estaba allí.

Había llevado los suministros médicos antes que él y estaba ocupado atendiendo a los enfermos. Tomás sintió un nudo en el estómago. Por primera vez, se dio cuenta de lo equivocado que había estado siendo egoísta y malo todo este tiempo.

Comenzó a reflexionar sobre sus acciones y decidió cambiar su comportamiento. En lugar de sabotear a Lucas, Tomás decidió unirse a él en su misión de ayuda.

Juntos llevaron alimentos a familias hambrientas, construyeron casas para aquellos sin hogar e incluso organizaron actividades recreativas para los ancianos con mala salud. A medida que trabajaban juntos, Tomás aprendió muchas lecciones importantes sobre el valor de la generosidad y el trabajo en equipo.

Se dio cuenta de que ganar una medalla era importante, pero lo más valioso era hacer una diferencia real en las vidas de las personas necesitadas. Finalmente llegó el día del evento final donde se otorgaría la medalla al mejor explorador.

Todos esperaban ansiosos para ver quién sería el ganador: ¿Tomás o Lucas? Cuando llegó el momento de anunciar al ganador, todos quedaron sorprendidos cuando dijeron: "El ganador es...

¡Tomás y Lucas!" Resulta que ambos habían demostrado un gran espíritu de ayuda y generosidad, y el jurado decidió otorgarles a ambos la medalla. Tomás y Lucas se miraron sorprendidos, pero rápidamente se dieron cuenta de que habían aprendido una lección aún más importante: trabajar juntos en lugar de competir era la verdadera clave del éxito.

Desde ese día en adelante, Tomás y Lucas se convirtieron en los mejores amigos. Juntos continuaron explorando las montañas y ayudando a aquellos que necesitaban su apoyo.

Y aunque ganar medallas era emocionante, lo más gratificante para ellos era saber que estaban haciendo del mundo un lugar mejor. Y así, Tomás aprendió que ser egoísta y malo solo lleva a perder oportunidades maravillosas.

La verdadera riqueza está en compartir con los demás y trabajar juntos para lograr cosas increíbles.

FIN.

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