El tesoro de la amistad



Había una vez en un pequeño pueblo de Argentina, dos mejores amigos llamados Lu y Kiki. Eran inseparables y siempre estaban buscando aventuras juntos. Un día, mientras caminaban por el bosque cerca del pueblo, encontraron un mapa misterioso.

Estaba lleno de colores brillantes y tenía marcas que indicaban un tesoro escondido. Lu y Kiki se emocionaron mucho al verlo y decidieron seguir las pistas para encontrar el tesoro. Siguiendo el mapa, llegaron a una cueva oscura.

Estaban asustados pero valientes, así que decidieron entrar. Dentro de la cueva, encontraron una serie de desafíos divertidos que tenían que superar para llegar al tesoro. El primer desafío era cruzar un río sin puente.

"¡No te preocupes!", dijo Lu con una sonrisa en su rostro. "¡Yo tengo una idea!" Entonces, ella sacó su cuerda y construyó un puente improvisado para que ambos pudieran cruzar con seguridad.

Una vez del otro lado del río, se encontraron con el segundo desafío: trepar por un árbol alto y resbaladizo. Kiki era muy temeroso a las alturas pero no quería decepcionar a su amiga. "Vamos Kiki", dijo Lu animándolo "-sé que puedes hacerlo".

Con mucho coraje, Kiki comenzó a escalar lentamente hasta llegar a la cima. Justo cuando pensaban que habían superado todos los obstáculos, vieron frente a ellos un gran abismo sin puente alguno para cruzarlo. Parecía imposible llegar al otro lado.

"¿Y ahora qué hacemos?", preguntó Kiki con preocupación. Lu miró a su alrededor y encontró una cuerda colgando de un árbol cercano. Ella tuvo una idea brillante.

"-Kiki, ¿confías en mí?" Preguntó Lu mientras le extendía la mano. Confiando en su amiga, Kiki agarró la mano de Lu y ambos se balancearon como si fueran Tarzán y Jane hasta el otro lado del abismo.

Al llegar al final, encontraron un cofre lleno de monedas de oro y joyas brillantes. Lu y Kiki se miraron el uno al otro con alegría y emoción. Habían superado todos los desafíos juntos y habían encontrado el tesoro escondido.

En ese momento, entendieron que lo más valioso no era el tesoro en sí mismo, sino la amistad que tenían el uno con el otro. Se dieron cuenta de que podían enfrentar cualquier desafío si estaban juntos.

Desde ese día, Lu y Kiki siguieron explorando nuevas aventuras juntos, siempre recordando que la verdadera riqueza está en tener amigos confiables a nuestro lado. Y así, continuaron viviendo felices para siempre.

FIN.

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