El tesoro de la amistad
Había una vez, en un pequeño pueblo costero de Argentina, un niño llamado Mateo. Mateo era un apasionado del chocolate y siempre llevaba consigo una barra de su dulce favorito.
Un día, mientras caminaba por la playa disfrutando de su chocolate, se encontró con sus amigos Lucas y Martina. Los tres eran inseparables y les encantaba pasar tiempo juntos en la playa. "¡Hola Mateo! ¿Qué estás comiendo?"- preguntó curioso Lucas.
"¡Es chocolate! ¿Quieren probar?"- respondió Mateo ofreciéndoles a sus amigos un pedacito. Los tres compartieron el chocolate y disfrutaron del sol y el mar durante horas.
Hasta que de repente, vieron algo brillante en la orilla: ¡una botella con un mensaje dentro!"¡Vamos a ver qué dice!"- exclamó Martina emocionada. Desenrollaron el papel del mensaje y leyeron: "Queridos niños, si desean encontrar un tesoro escondido, deben seguir las pistas que encontrarán en diferentes lugares alrededor del pueblo. Buena suerte".
Sin perder tiempo, los tres amigos comenzaron su búsqueda del tesoro. La primera pista decía: "El lugar donde descansa el sol". Rápidamente recordaron que ese era el faro ubicado al final del puerto.
Corrieron hasta allí y encontraron otra pista debajo de una roca cerca del faro. Decía: "Si quieres avanzar más rápido, busca una rueda giratoria". Mateo recordó que había visto una rueda gigante en el parque de diversiones cercano a la playa.
Corrieron hacia allí y encontraron otra pista en uno de los carritos de la rueda. Decía: "Si quieres encontrar el tesoro, debes escalar alto". Martina sugirió ir a la montaña que estaba cerca del pueblo.
Cuando llegaron a la cima, encontraron una última pista escondida entre las rocas: "El tesoro se encuentra donde el agua se encuentra con la tierra". Los tres amigos pensaron y recordaron que al final del muelle había una pequeña isla conectada por un puente.
Corrieron hasta allí y excavaron en la arena cerca del puente. ¡Y allí estaba! Un cofre lleno de monedas de oro. "¡Lo encontramos!"- gritaron emocionados los tres amigos. Mientras abrían el cofre, Mateo tuvo una idea.
"Amigos, creo que deberíamos donar este tesoro a alguien que lo necesite más que nosotros"- dijo Mateo con determinación. Sus amigos estuvieron de acuerdo y juntos decidieron buscar a alguien en el pueblo que realmente necesitara ayuda.
Después de preguntar por todo el lugar, encontraron a una señora llamada Rosa, quien había perdido su casa debido a un incendio reciente. "¡Hola Rosa! Hemos encontrado este tesoro y queremos dártelo para ayudarte a reconstruir tu hogar"- dijeron los tres amigos emocionados.
Rosa no podía creer su generosidad y aceptó con gratitud. Gracias al corazón noble de Mateo, Lucas y Martina, pudieron ayudar a alguien en necesidad y hacer del mundo un lugar mejor.
Desde aquel día, los tres amigos aprendieron sobre amistad verdadera, generosidad y empatía. Y aunque el tesoro se había ido, su amistad y las lecciones de vida que aprendieron permanecerían en sus corazones para siempre.
Y así, Mateo, Lucas y Martina siguieron disfrutando de su tiempo juntos en la playa, recordando siempre aquel día en el que descubrieron que la verdadera riqueza no se encuentra en los tesoros materiales, sino en los actos de bondad hacia los demás.
FIN.