El tesoro de la amistad


Había una vez un niño llamado Tomás, que tenía tres años y vivía en un pequeño pueblo. Todos los días, Tomás iba al jardín de la plaza a jugar con sus amigos.

Un día soleado, mientras jugaban en el arenero, Tomás encontró algo brillante enterrado en la arena. Era un mapa del tesoro. Emocionado, mostró el mapa a sus amigos y decidieron seguir las pistas para encontrar el tesoro escondido.

Siguiendo las indicaciones del mapa, llegaron a un árbol grande y frondoso. Bajo sus ramas encontraron una llave dorada. "¡Esta debe ser la llave del tesoro!", exclamó Tomás emocionado.

Con la llave en mano, continuaron su búsqueda hasta llegar a un viejo pozo abandonado en medio del bosque. Mirando dentro del pozo, vieron algo brillar en el fondo. Pero no sabían cómo bajar para recuperarlo. Justo cuando estaban pensando qué hacer, apareció Don Pedro, el jardinero del pueblo.

Don Pedro era amable y siempre estaba dispuesto a ayudar. "¿Qué están haciendo aquí chicos?", preguntó Don Pedro curioso. "¡Encontramos un mapa del tesoro y necesitamos tu ayuda para sacar lo que hay dentro del pozo!", respondió Tomás emocionado.

Don Pedro se asomó al pozo y vio lo que había dentro: era una caja misteriosa llena de juguetes nuevos y coloridos.

Sin perder tiempo, Don Pedro buscó una cuerda larga y ató uno de los extremos alrededor de su cintura mientras los niños sostenían el otro extremo con todas sus fuerzas. Con mucho cuidado, Don Pedro descendió al pozo y agarró la caja. Con una sonrisa en su rostro, subió de regreso y entregó la caja a los niños.

"¡Felicidades chicos! Han encontrado el tesoro", exclamó Don Pedro. "Muchas gracias por ayudarnos, Don Pedro", dijo Tomás emocionado. Los niños abrieron la caja y se sorprendieron al ver tantos juguetes nuevos.

Había pelotas, muñecas, coches y hasta un set de pintura. Tomás miró a sus amigos y les habló con entusiasmo: "Chicos, tenemos muchos juguetes ahora, pero también tenemos algo más importante: un amigo como Don Pedro que siempre está dispuesto a ayudarnos".

Todos asintieron con alegría mientras comenzaban a jugar juntos con sus nuevos juguetes. A partir de ese día, Tomás y sus amigos aprendieron que trabajar en equipo y contar con el apoyo de otros es lo que realmente hace valioso cualquier tesoro.

Y así, cada vez que se encontraban en el jardín de la plaza para jugar, recordaban esa aventura emocionante y valoraban la amistad de Don Pedro. Juntos crearon recuerdos felices que durarían toda la vida.

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