El tesoro de la amistad


Había una vez un niño llamado Martín y su prima, Sofía. Ambos tenían 5 años y estaban pasando el verano juntos en la playa para niños.

Siempre habían sido amigos inseparables, pero ese día algo había pasado que los tenía muy enfadados. Martín estaba jugando con su cubo y pala favoritos cuando Sofía decidió tomarlos sin permiso. Martín se frustró mucho y comenzó a gritarle a su prima.

"¡Sofía, eso no se hace! ¡Devuélveme mis cosas!", exclamaba enfurecido. Sofía, un poco sorprendida por la reacción de Martín, le respondió: "No es justo que siempre juegues tú solo con esos juguetes". Los dos pequeños seguían discutiendo sin llegar a una solución.

La tensión aumentaba cada vez más hasta que escucharon la voz de Mateo, un niño mayor que estaba construyendo un castillo de arena cerca de ellos.

Mateo se acercó a los primos y les dijo: "¿Qué les pasa? ¿Por qué están tan enojados?"Martín explicó lo ocurrido mientras Sofía asentía con la cabeza. Mateo reflexionó unos segundos y luego propuso una idea: "Creo que puedo ayudarlos a resolver este problema si me dan una oportunidad".

Ambos niños miraron a Mateo con curiosidad e interés. Él continuó: "En lugar de pelearse por los juguetes, ¿por qué no intentan compartirlos? Podrían jugar juntos utilizando el cubo y la pala al mismo tiempo". Martín y Sofía pensaron en las palabras de Mateo durante un momento.

Aunque estaban enfadados, sabían que su amigo tenía razón. Decidieron darle una oportunidad a su propuesta y se pusieron en acción.

Martín tomó el cubo y comenzó a llenarlo de arena mientras Sofía agarraba la pala y ayudaba a construir un castillo. A medida que trabajaban juntos, empezaron a darse cuenta de lo divertido que era compartir y colaborar.

El tiempo pasó volando y pronto habían creado el castillo más grande y hermoso de toda la playa para niños. Martín miró a Sofía con una sonrisa y le dijo: "Gracias por ayudarme a construir este castillo increíble". Sofía también sonrió y respondió: "Gracias por dejarme jugar contigo.

Me di cuenta de que es mucho mejor cuando compartimos". Los tres amigos se sentaron junto al castillo, disfrutando del sol y del mar. Habían aprendido una valiosa lección sobre la importancia de trabajar juntos, compartir y resolver los problemas sin pelearse.

Desde ese día, Martín, Sofía y Mateo se convirtieron en los mejores amigos de la playa para niños. Jugaron juntos durante todo el verano, siempre recordando lo importante que era llevarse bien, incluso cuando surgieran desacuerdos.

Y así termina nuestra historia sobre cómo Martín, Sofía y Mateo aprendieron que compartir es divertido e importante para mantener una buena relación con los demás.

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