El Tesoro de la Amistad
Había una vez, en el hermoso reino de Esmeralda, tres amigas llamadas Malena, Azul y Samanta. Estas niñas eran inseparables y les encantaba jugar a ser princesas en los jardines del castillo.
Un día, mientras paseaban por el bosque encantado que rodeaba el reino, encontraron un mapa antiguo en medio de unas flores mágicas. Emocionadas por la aventura que se avecinaba, decidieron seguir las indicaciones del mapa para descubrir qué tesoro escondido les esperaba.
Siguiendo las pistas dibujadas en el mapa, llegaron a un viejo puente de piedra. Pero justo cuando estaban por cruzarlo, un enorme dragón se interpuso en su camino. - ¡Oh no! ¿Qué haremos ahora? -exclamó Malena con temor.
- No te preocupes Malena, si todas nosotras juntamos nuestras fuerzas y utilizamos nuestra imaginación de princesas valientes, podremos enfrentar cualquier desafío -dijo Azul con determinación.
Sin perder tiempo y sin dejar que el miedo las paralizara, las tres amigas utilizaron sus poderes especiales para derrotar al dragón. Con valentía y astucia lograron hacerlo retroceder hasta que finalmente huyó asustado. Continuando su viaje siguiendo las indicaciones del mapa, llegaron a una cueva oscura.
Sabían que debían adentrarse en ella para encontrar lo que buscaban pero tenían miedo de lo desconocido. - Chicas ¿podemos hacerlo? -preguntó Samanta insegura. - Claro que sí, Samanta. Juntas somos invencibles.
Vamos a usar nuestras linternas mágicas para iluminar el camino y seguir adelante -respondió Malena animando a sus amigas. Con valentía, las tres princesas entraron en la cueva y descubrieron un tesoro brillante al final del pasadizo. Era una corona de cristal con piedras preciosas incrustadas.
Al verla, supieron que era algo muy especial y decidieron compartirla entre las tres. Mientras regresaban al castillo con su preciado tesoro, se encontraron nuevamente con el dragón. Pero esta vez, en lugar de atacarlas, el dragón les habló:- Perdón por asustarlas antes.
Solo quería proteger este bosque encantado y asegurarme de que solo personas valientes como ustedes pudieran encontrar el tesoro más preciado. Las niñas entendieron entonces que el dragón no era malo después de todo y le agradecieron por cuidar del reino de Esmeralda.
Al llegar al castillo, compartieron la historia de su aventura con los habitantes del reino. Todos quedaron asombrados por la valentía y astucia de estas pequeñas princesas.
A partir de ese día, Malena, Azul y Samanta siguieron jugando a ser princesas pero también se convirtieron en heroínas del reino. Aprendieron que juntas podían superar cualquier obstáculo y que siempre debían confiar en ellas mismas.
Y así fue como estas tres amigas demostraron que la verdadera magia reside en la amistad y el poder interior que todos llevamos dentro.
FIN.