El tesoro de la amistad
Dylan era un niño de 4 años muy engreído y extremadamente inteligente. Desde pequeño, siempre había destacado por su gran capacidad para aprender y resolver problemas.
Sin embargo, a pesar de su brillantez, Dylan tenía una actitud negativa hacia la escuela. Cada mañana, cuando llegaba el momento de ir a clases, Dylan se quejaba y hacía berrinches para no tener que ir. Decía que la escuela era aburrida y no le gustaba estar rodeado de otros niños.
Sus padres intentaban convencerlo de lo importante que era ir a la escuela para aprender cosas nuevas y hacer amigos, pero Dylan se mantenía firme en su postura.
Un día, mientras paseaban por el parque, Dylan encontró a un viejito sentado en un banco alimentando a las palomas. El anciano parecía triste y solitario. Dylan se acercó curioso y comenzó una conversación con él. "Hola señor ¿por qué está tan triste?" preguntó Dylan con curiosidad.
"Oh, hola pequeño" respondió el anciano sorprendido "-Estoy triste porque me siento solo. Mis amigos ya no están aquí. "Dylan sintió pena por el viejito y decidió hacer algo al respecto.
"Señor, ¿le gustaría ser mi amigo? Yo soy muy inteligente ¡y seguro podré entretenerlo!" exclamó emocionado. El anciano sonrió ante la propuesta del niño e inmediatamente aceptó convertirse en su amigo.
A partir de ese momento comenzaron a pasar mucho tiempo juntos: jugaban al ajedrez, resolvían rompecabezas complicados e incluso escribían historias juntos. Dylan comenzó a darse cuenta de lo valioso que era tener amigos y compañía. Le gustaba compartir sus conocimientos con el viejito y aprender cosas nuevas de él también.
Pero un día, el anciano le hizo una pregunta muy importante:"Dylan, me encanta pasar tiempo contigo pero... ¿no deberías estar en la escuela aprendiendo junto a otros niños de tu edad?"El niño se quedó pensativo, recordando las palabras del anciano.
Se dio cuenta de que había estado desperdiciando su inteligencia al no aprovechar todas las oportunidades que la escuela le ofrecía. Decidió hacerle caso al consejo del anciano y regresar a clases con una nueva actitud.
A partir de ese día, Dylan llegaba temprano a la escuela, participaba activamente en todas las actividades y compartía sus conocimientos con sus compañeros. Pronto, todos se dieron cuenta del cambio positivo en Dylan.
Los demás niños admiraban su inteligencia y querían aprender más de él. Dylan descubrió que podía ser un líder dentro del salón de clases y ayudar a los demás.
Desde aquel día en el parque, Dylan entendió que la verdadera inteligencia no solo consiste en saber muchas cosas, sino también en utilizar ese conocimiento para mejorar nuestras vidas y las vidas de los demás.
Y así fue como Dylan dejó atrás su actitud negativa hacia la escuela y se convirtió en un niño feliz, rodeado de amigos y siempre dispuesto a aprender algo nuevo cada día.
FIN.