El Tesoro de la Amistad



Había una vez un hermoso parque llamado Flores Parque Alegría, donde los niños siempre acudían para jugar y divertirse. En este lugar mágico, todos los juegos eran posibles y la diversión nunca se acababa.

Un día, llegó al parque una computadora muy especial llamada Ciberina. Era diferente a todas las demás porque tenía vida propia y podía interactuar con los niños de una manera única.

Tenía una pantalla llena de colores brillantes y un teclado lleno de botones mágicos que permitían hacer realidad cualquier deseo. Los niños del parque se emocionaron mucho al ver a Ciberina y rápidamente formaron una larga fila para poder jugar con ella.

Todos querían probar sus increíbles juegos y descubrir qué sorpresas les esperaban. El primer niño en llegar fue Juanito, un niño curioso y aventurero. Se sentó frente a Ciberina y comenzó a explorar todas las opciones que ofrecía.

Al presionar uno de los botones mágicos, se vio transportado a un mundo submarino lleno de peces coloridos y corales brillantes. "¡Wow! Esto es asombroso", exclamó Juanito mientras nadaba junto a los peces maravillado por la belleza del lugar. Poco después, llegó Martita, una niña muy creativa e imaginativa.

Ella decidió presionar otro botón mágico que le permitió viajar hasta el espacio exterior. Allí pudo caminar sobre la luna e incluso conocer extraterrestres amigables que le enseñaron nuevos juegos intergalácticos.

"¡Esto es lo máximo!", gritó Martita mientras saltaba de alegría. Después de Martita, llegó Anita, una niña muy inteligente y curiosa. Ella decidió probar un botón que la llevó a un laboratorio lleno de experimentos científicos.

Allí aprendió sobre las leyes de la física y la química mientras se divertía creando explosiones coloridas y burbujas gigantes. "¡Esto es genial! Me encanta aprender así", exclamó Anita emocionada. Así, uno a uno, los niños del parque fueron descubriendo los maravillosos mundos que Ciberina les ofrecía.

Todos estaban felices y emocionados por poder vivir aventuras tan increíbles. Pero pronto algo inesperado ocurrió. Cuando todos pensaban que ya habían explorado todas las opciones de Ciberina, apareció un nuevo botón en el teclado mágico.

Era diferente a los demás, tenía forma de corazón brillante y parecía ser el más especial de todos. "¿Qué creen que pase si presionamos este botón?", preguntó Juanito con curiosidad. Sin pensarlo dos veces, decidieron presionar el botón del corazón juntos.

En ese momento, una luz cegadora envolvió a todos los niños y cuando se disipó, se encontraron en medio de un hermoso jardín lleno de flores multicolores. "¡Miren qué lindo!", exclamaron todos al unísono.

Pero lo más sorprendente fue darse cuenta de que cada flor tenía una palabra escrita en sus pétalos: amor, amistad, respeto, alegría... Eran valores importantes que Ciberina quería enseñarles a todos los niños.

"Creo que Ciberina quiere decirnos que la verdadera magia está en el amor y la amistad", dijo Martita con una sonrisa.

A partir de ese día, los niños del parque comprendieron que aunque los juegos y las aventuras eran emocionantes, lo más valioso era compartir momentos especiales juntos y aprender a ser buenos amigos. Aprendieron a valorar la importancia de respetarse mutuamente y a encontrar alegría en las cosas simples de la vida.

Y así, Flores Parque Alegría se convirtió en un lugar donde no solo se disfrutaban los juegos virtuales, sino también las risas, abrazos y conversaciones entre amigos. Ciberina siempre estuvo ahí para recordarles lo maravilloso que es vivir rodeados de amor y amistad. Fin.

FIN.

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