El tesoro de la amistad



Había una vez en un pequeño pueblo llamado Dulceville, dos amigas muy especiales: María pies de polvorón y contadora rebelde.

María era una niña dulce y generosa, siempre llevaba consigo su delantal lleno de polvos blancos que dejaban un rastro a su paso. Contadora rebelde, por otro lado, era una niña valiente y audaz que no tenía miedo de enfrentarse a cualquier desafío.

Un día soleado, María y Contadora rebelde decidieron ir al parque para jugar juntas como lo hacían todos los días. Pero algo extraño pasó ese día... las dos amigas comenzaron a discutir por un juguete que ambas querían tener.

"¡Ese juguete es mío! ¡Yo lo vi primero!" -gritó María pies de polvorón indignada. Contadora rebelde cruzó sus brazos y dijo con determinación: "No es justo, también tengo derecho a jugar con él".

La disputa se volvió cada vez más intensa hasta que finalmente las dos amigas estaban gritando furiosamente la una a la otra. La gente del pueblo se acercó para intentar calmarlas, pero parecía ser inútil. Fue entonces cuando apareció el anciano Sabio del Pueblo.

Con su barba blanca y sabiduría infinita, se acercó a las niñas y les pidió que se calmaran. "¿Por qué están peleando?" -preguntó el anciano Sabio del Pueblo con voz calmada.

María pies de polvorón comenzó a explicar mientras lágrimas rodaban por sus mejillas: "Quiero este juguete porque es tan bonito y me haría muy feliz tenerlo". Contadora rebelde soltó un suspiro y dijo: "Yo también quiero el juguete, pero no solo por su apariencia. Quiero demostrar que puedo ser valiente y enfrentar nuevos desafíos".

El anciano Sabio del Pueblo sonrió con ternura y les dijo: "Ambas tienen razón en querer el juguete, pero pelear no los llevará a ninguna parte. La verdadera amistad se basa en compartir y entender los sentimientos de los demás".

María pies de polvorón miró a Contadora rebelde y le ofreció una mano amiga: "Tienes razón, Contadora rebelde. Podemos jugar juntas con el juguete y así ambas seremos felices".

Contadora rebelde aceptó la mano de María pies de polvorón con una sonrisa en su rostro: "Gracias por entender, María. Juntas podemos resolver cualquier problema". Desde ese día, las dos amigas aprendieron la importancia de la comunicación, la empatía y la resolución pacífica de conflictos.

Compartieron muchas aventuras juntas, siempre recordando que lo más valioso era su amistad. Y así fue como María pies de polvorón peleó con contadora rebelde pero encontraron la manera de resolver sus diferencias sin dañar su relación.

Aprendieron que cada uno tiene sus propias razones para querer algo, pero eso no significa que deban luchar entre sí. Y colorín colorado, esta historia ha terminado.

FIN.

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