El tesoro de la amistad



Había una vez en el pequeño pueblo de Villa Alegre, dos amigos muy especiales llamados Lucas y Martín. Eran inseparables y siempre estaban juntos, compartiendo risas y aventuras. Un día, Lucas encontró un tesoro escondido en el bosque.

Era una caja misteriosa llena de monedas de oro. Emocionado, corrió a buscar a su amigo Martín para mostrarle lo que había encontrado. "¡Martín! ¡Mira lo que encontré!", exclamó Lucas emocionado.

Martín quedó sorprendido al ver tantas monedas brillantes dentro de la caja. Pero algo extraño pasaba por su mente: la codicia se apoderó de él y empezó a pensar cómo podría quedarse con todo ese tesoro solo para él.

"Lucas, ¿y si no le decimos a nadie sobre esto? Podríamos tener todas estas monedas solo para nosotros", sugirió Martín con una sonrisa maliciosa en su rostro. Lucas frunció el ceño y reflexionó un momento.

Sabía que compartir era importante, pero también quería disfrutar del tesoro junto a su amigo. Finalmente tomó una decisión:"Martín, sé que este tesoro es increíble, pero recuerda que siempre hemos compartido todo juntos. Sería egoísta quedarnos con todo sin contarle a nadie más", dijo Lucas firmemente.

Aunque Martín se sintió decepcionado por la respuesta de Lucas, sabía en su interior que tenía razón. Juntos decidieron llevar el tesoro al pueblo y contarle a todos sobre su descubrimiento. Al llegar al centro del pueblo, la noticia se esparció rápidamente.

Todos los habitantes se reunieron para ver el tesoro y felicitar a Lucas y Martín por su generosidad.

El alcalde del pueblo, don Manuel, les agradeció a los niños por su noble gesto y decidió utilizar el tesoro para mejorar la vida de todos en Villa Alegre. Con ese dinero, construyeron una nueva escuela, un parque hermoso y ayudaron a las familias más necesitadas. La amistad entre Lucas y Martín se fortaleció aún más gracias a esta experiencia.

Juntos aprendieron que compartir no solo trae alegría y felicidad a los demás, sino también a uno mismo. Desde aquel día, Lucas y Martín se convirtieron en símbolos de generosidad en Villa Alegre.

Siempre estaban dispuestos a ayudar al prójimo y compartían todo lo que tenían sin dudarlo. Y así, con cada acto de bondad que realizaban, el pueblo prosperaba cada vez más.

La historia de Lucas y Martín se transmitió de generación en generación como ejemplo del valor inmenso que tiene compartir. Y colorín colorado este cuento ha terminado.

FIN.

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