El tesoro de la amistad
Había una vez, en la hermosa ciudad de Tenochtitlan, un grupo de 10 niños y 12 niñas que vivían juntos en el mismo barrio.
Eran amigos inseparables y les encantaba jugar y explorar juntos por las calles de la ciudad. Un día, mientras jugaban cerca del templo principal, escucharon un rumor sobre un tesoro escondido en las profundidades del lago Texcoco. Intrigados por esta historia, decidieron embarcarse en una aventura para encontrarlo.
Los niños y niñas se reunieron al amanecer junto a la orilla del lago, preparados con sus canoas hechas de madera. Remaron con todas sus fuerzas hacia el centro del lago, donde según el mito se encontraba el tesoro.
Mientras navegaban por las aguas cristalinas del lago Texcoco, comenzaron a ver extrañas criaturas marinas nadando a su alrededor. Las niñas y niños no tuvieron miedo y continuaron remando con valentía. De repente, una fuerte tormenta se desató sobre ellos.
Los vientos soplaban con fuerza y las olas golpeaban contra sus pequeñas canoas. Pero los valientes amigos no se rindieron; siguieron adelante sin importarles la adversidad. Finalmente, llegaron a una pequeña isla en medio del lago.
Allí encontraron un viejo árbol sagrado que parecía ser el guardián del tesoro perdido. Con cuidado empezaron a excavar bajo él hasta que descubrieron una caja dorada brillante.
Llenos de emoción abrieron la caja y encontraron un montón de objetos preciosos, joyas y monedas de oro. Pero lo más importante que encontraron fue un mensaje en el que decía: "El verdadero tesoro es la amistad y la valentía que han demostrado".
Los niños y niñas se dieron cuenta de que el verdadero valor no estaba en los objetos materiales, sino en la amistad y el coraje que habían compartido durante su aventura. Entendieron que juntos podían superar cualquier obstáculo.
Regresaron a Tenochtitlan con sus canoas llenas de tesoros, pero también con corazones llenos de alegría por haber descubierto el verdadero significado de la amistad. Desde aquel día, los niños y niñas se convirtieron en héroes en su comunidad.
Compartieron sus tesoros con los demás habitantes de Tenochtitlan y enseñaron a todos sobre el valor del trabajo en equipo y la importancia de perseguir los sueños sin rendirse.
Y así, esta leyenda azteca nos recuerda hasta hoy cómo la amistad puede llevarnos a grandes aventuras y cómo el verdadero tesoro está dentro de nosotros mismos.
FIN.