El tesoro de la amistad
Había una vez un venado llamado Benito que vivía en el hermoso bosque de la Patagonia argentina. Benito era un venado muy curioso y siempre estaba buscando nuevas aventuras.
Un día, mientras buscaba comida, se encontró con su amiga la ardilla Lila. Lila le dijo: "¡Hola Benito! ¿Estás buscando algo para comer? Te tengo una gran noticia, cerca de aquí hay un árbol lleno de manzanas deliciosas".
Benito se emocionó mucho al escuchar esto y siguió a Lila hasta el árbol. Pero cuando llegaron, se dieron cuenta de que todas las manzanas estaban tan altas que no podían alcanzarlas. "¡Oh no!" exclamó Benito desanimado.
"¿Qué vamos a hacer ahora?"Lila pensó por un momento y luego tuvo una brillante idea. "¡Ya sé! Podemos pedirle ayuda al pájaro carpintero Martín, él tiene un pico muy fuerte y seguro puede ayudarnos". Sin perder tiempo, fueron en busca de Martín y le explicaron su problema.
El pájaro carpintero aceptó encantado ayudarlos y juntos volaron hacia el árbol. Martín comenzó a picotear el tronco del árbol para crear agujeros donde pudieran apoyarse los pies de Benito.
Poco a poco, los agujeros se hicieron más profundos y finalmente Benito pudo subirse al árbol. "- ¡Lo logramos! ¡Estoy en el árbol!" exclamó Benito emocionado. Luego empezó a lanzar las manzanas hacia abajo para que Lila y Martín pudieran disfrutarlas también.
Los tres amigos se divirtieron mucho comiendo manzanas y riendo. Pero de repente, escucharon un ruido extraño proveniente del otro lado del bosque. Era el zorro Max, quien había oído el alboroto y estaba decidido a robarles las manzanas.
"- ¡Esperen ahí! ¡No dejaré que Max nos arruine la diversión!" dijo Benito con determinación. Benito ideó un plan para distraer al zorro mientras sus amigos escapaban con las manzanas. Se acercó sigilosamente a Max y comenzó a saltar en círculos alrededor de él.
"- ¡Hey Max! ¿Quieres jugar a las escondidas?" le preguntó Benito con una sonrisa traviesa en su rostro. Max, intrigado por la propuesta, aceptó jugar.
Mientras tanto, Lila y Martín aprovecharon la oportunidad para llevarse todas las manzanas y esconderse en un lugar seguro. Después de un rato, Benito regresó triunfante junto a sus amigos. El zorro Max no tenía idea de dónde estaban ni qué había pasado con las manzanas.
"- ¡Lo logramos chicos! Las manzanas están a salvo", dijo Benito emocionado. Lila y Martín aplaudieron emocionados por haber superado juntos este desafío. Aprendieron que trabajar en equipo y ayudarse mutuamente era la mejor manera de resolver problemas difíciles.
Desde ese día, Benito, Lila y Martín se convirtieron en los mejores amigos del bosque. Siempre estaban dispuestos a ayudarse y a descubrir nuevas aventuras juntos.
Y así, con su espíritu de colaboración y amistad, vivieron felices en el bosque de la Patagonia argentina, compartiendo risas y disfrutando de las deliciosas manzanas que encontraban en sus travesías.
FIN.