El Tesoro de la Amistad



Había una vez una joven llamada Mitsuri, quien era un pilar en el mundo de los cazadores de demonios. Tenía el cabello rosa con verde y siempre llevaba consigo un paquete de dangos, su dulce favorito.

Mitsuri se había enamorado profundamente de otro pilar llamado Iguro Obanai. Siempre que lo veía, su corazón latía más rápido y sus mejillas se ponían rojas como el color del amor.

Pero Mitsuri también tenía muchos amigos entre los cazadores de demonios, como Nezuko, una valiente chica que podía convertirse en demonio; Tokito, un pilar muy talentoso; y Shinobu, una pilar amable y astuta.

Un día soleado, Mitsuri decidió invitar a todos sus amigos a su casa para compartir unos deliciosos dangos. Cuando llegaron todos juntos, Mitsuri les dio la bienvenida con entusiasmo. "¡Bienvenidos chicos! Hoy vamos a disfrutar de estos riquísimos dangos que tanto me gustan", dijo Mitsuri emocionada.

Todos se sentaron alrededor de la mesa y comenzaron a hablar sobre sus últimas misiones y aventuras. Pero mientras comían los dangos, algo inesperado sucedió: uno de ellos desapareció misteriosamente. "¿Dónde está mi dango? ¡Estaba justo aquí!", exclamó Nezuko preocupada.

Los demás empezaron a buscar por todas partes pero no encontraban rastro del dango perdido. Fue entonces cuando Tokito notó algo extraño en la esquina de la habitación: unas pequeñas huellas verdes en el suelo. "Creo que alguien más ha estado aquí", comentó Tokito señalando las huellas.

Mitsuri, con su instinto de pilar, decidió seguir las huellas y ver a dónde la llevaban. Los demás la siguieron de cerca, intrigados por el misterio del dango desaparecido.

Las huellas las llevaron hasta un pequeño roedor verde llamado Ratoncito, quien estaba disfrutando del dango perdido en un rincón oscuro. Mitsuri se acercó al ratoncito y le habló con ternura:"Hola amiguito, veo que te gustan los dangos tanto como a mí.

Pero ese dango no es tuyo, pertenece a Nezuko". El ratoncito miró a Mitsuri con ojitos tristes y dejó caer el dango al suelo. Parecía arrepentido por haberse llevado algo que no era suyo. Mitsuri sonrió y le dio un abrazo al ratoncito.

"No te preocupes, todos cometemos errores. Lo importante es aprender de ellos y hacer lo correcto", le dijo cariñosamente. Luego, Mitsuri tomó otro dango de su paquete y se lo ofreció al ratoncito como regalo.

"Aquí tienes tu propio dango para que disfrutes sin tener que tomar cosas prestadas", le dijo Mitsuri con una sonrisa amable. El ratoncito aceptó el regalo con alegría y empezaron a compartir todos juntos los dangos restantes.

A partir de ese día, el roedor verde se convirtió en amigo de Mitsuri y siempre la visitaba para jugar juntos. Esta historia nos enseña la importancia de ser honestos y respetar las posesiones de los demás.

También nos muestra cómo un pequeño acto de generosidad puede convertir a un extraño en un amigo para toda la vida.

Y así, Mitsuri y sus amigos siguieron enfrentando juntos los desafíos que les presentaba su mundo lleno de demonios, siempre recordando el valor de la amistad y la importancia de hacer lo correcto.

FIN.

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