El tesoro de la amistad



Había una vez una niña llamada Sofía que vivía en un pequeño pueblo rodeado de montañas. Sofía era huérfana y vivía con su padre adoptivo, Don Pedro, quien la amaba profundamente.

A pesar de tener una vida tranquila y feliz junto a su padre, Sofía siempre se sentía sola. Anhelaba tener amigos con quienes jugar y compartir sus alegrías. Un día, mientras exploraba el desván de su casa, encontró un antiguo tablero de ouija.

Sofía había escuchado historias sobre lo peligrosa que podía ser la ouija, pero también sabía que podían ser solo cuentos de miedo. Decidió probarlo para ver si realmente funcionaba.

Colocó las manos sobre el tablero y pronunció en voz alta: "¿Hay alguien ahí?". Para su sorpresa, el puntero comenzó a moverse lentamente hacia las letras formando palabras. Era como si alguien estuviera respondiendo a sus preguntas.

Sofía descubrió que estaba hablando con el espíritu de una niña llamada Valentina, quien también era huérfana. Las dos compartieron historias sobre sus vidas y pronto se convirtieron en grandes amigas espirituales.

Un día, mientras hablaban por la ouija, Valentina le contó a Sofía sobre un tesoro escondido en las montañas cerca del pueblo. Según Valentina, este tesoro podría hacer realidad cualquier deseo que tuvieran. Emocionadas por esta noticia, Sofía decidió contarle todo a su padre adoptivo.

Don Pedro se preocupó al principio cuando supo del tablero de ouija y el tesoro, pero confiaba en Sofía y sabía que ella era una niña responsable. Decidieron ir juntos a buscar el tesoro. Mientras se adentraban en las montañas, Sofía y Don Pedro enfrentaron muchos desafíos y superaron sus miedos.

A lo largo del camino, conocieron a diferentes personas del pueblo que también buscaban el tesoro por razones egoístas. Finalmente, llegaron a una cueva oculta donde encontraron el tesoro.

En lugar de encontrar riquezas materiales, descubrieron algo mucho más valioso: un mensaje escrito por Valentina antes de su muerte. El mensaje decía: "El verdadero tesoro está en la amistad y en el amor". Sofía entendió entonces que no necesitaba ningún tesoro material para ser feliz.

Tenía a su padre adoptivo, quien siempre había estado allí para ella. Y ahora tenía una amiga espiritual en Valentina. Regresaron al pueblo y compartieron con todos la lección aprendida sobre la importancia de la amistad y el amor verdadero.

La historia se volvió famosa en todo el pueblo y las personas comenzaron a valorar más las relaciones significativas.

Desde ese día, Sofía siguió hablando con Valentina a través del tablero de ouija ocasionalmente, pero ahora también buscaba formas de ayudar a otros huérfanos como ellas. Sofía aprendió que no importa cuán solos podamos sentirnos, siempre hay alguien dispuesto a escucharnos y apoyarnos.

Estuvo eternamente agradecida por tener un padre amoroso como Don Pedro y una amiga espiritual como Valentina. Y así vivieron felices, recordando siempre el verdadero tesoro que encontraron en su camino: la amistad y el amor.

FIN.

Dirección del Cuentito copiada!