El Tesoro de la Amistad



Había una vez en un pequeño pueblo llamado Villa Felicidad, donde todos los habitantes vivían muy contentos. En este lugar, los niños eran muy curiosos y siempre estaban buscando nuevas aventuras.

Un día, dos amigos llamados Lucas y Martina decidieron explorar el bosque encantado que se encontraba al final del pueblo. Los padres de ambos les advirtieron sobre los peligros que podrían encontrar allí, pero ellos no hicieron caso y se adentraron en el bosque con mucha emoción.

Mientras caminaban entre los árboles altos y frondosos, escucharon un ruido extraño proveniente de una cueva oculta. Sin pensarlo dos veces, se acercaron a investigar.

Al entrar a la cueva, descubrieron un libro antiguo con páginas llenas de polvo. - ¡Mira Lucas! -exclamó Martina emocionada-. ¡Es un libro mágico! Lucas tomó el libro entre sus manos y comenzó a leer en voz alta las palabras escritas en sus páginas.

De repente, una nube de humo apareció frente a ellos y cuando se disipó, vieron a un duende verde parado frente a ellos. - ¡Hola chicos! Mi nombre es Gumby y soy el guardián del bosque encantado -dijo el duende con una sonrisa-.

Han despertado mi poder mágico al leer ese antiguo hechizo. Lucas y Martina quedaron sorprendidos por lo que acababan de presenciar. - ¿Puedes concedernos deseos? -preguntó Martina emocionada.

Gumby asintió con la cabeza y les explicó que tenía el poder de conceder tres deseos a cada uno. - Pero deben tener cuidado con lo que desean, porque los deseos pueden tener consecuencias inesperadas -advirtió Gumby seriamente. Los niños escucharon atentamente las palabras del duende y decidieron pensar muy bien en sus deseos.

Lucas fue el primero en pedir su deseo. - Quiero ser famoso y talentoso en todo lo que hago -dijo Lucas convencido.

Gumby hizo un movimiento mágico con su varita y al instante, Lucas se convirtió en una estrella de cine reconocida mundialmente. Sin embargo, pronto comenzó a darse cuenta de que la fama tenía un precio. Perdió a sus amigos y familiares, ya que todos querían aprovecharse de su éxito. Se sentía solo y triste.

Martina observaba la situación desde lejos y decidió ser más cuidadosa con su deseo. Cuando llegó su turno, pidió algo diferente. - Quiero tener una gran imaginación para poder crear historias maravillosas -dijo Martina con entusiasmo.

Gumby concedió el deseo de Martina y al instante, ella se convirtió en una escritora reconocida por sus hermosas historias infantiles. Su imaginación era infinita y todos amaban sus cuentos.

Pero poco a poco, Martina se dio cuenta de que vivía más en su mundo imaginario que en la realidad. Se alejaba cada vez más de sus amigos y familiares porque prefería pasar tiempo escribiendo en solitario.

Lucas reflexionó sobre las consecuencias de su primer deseo fallido e hizo un segundo pedido más sabio. - Quiero tener amigos verdaderos que me quieran por lo que soy -dijo Lucas con sinceridad. Gumby sonrió y concedió el deseo de Lucas.

Al instante, aparecieron nuevos amigos en su vida, quienes lo aceptaron tal como era. Juntos compartían risas, aventuras y momentos inolvidables. Martina también aprendió de sus errores y pidió su segundo deseo con cautela. - Quiero encontrar un equilibrio entre mi mundo imaginario y la realidad -dijo Martina con determinación.

El duende asintió y cumplió su deseo. A partir de ese momento, Martina encontró la manera de disfrutar tanto de su pasión por escribir como de compartir momentos especiales con sus seres queridos.

Finalmente, llegó el turno del tercer deseo para ambos amigos. Pero esta vez, decidieron pedir algo juntos. - Queremos que todos en Villa Felicidad sean felices -pidieron Lucas y Martina al unísono. Gumby sonrió satisfecho y extendió su varita mágica sobre todo el pueblo.

En ese momento, una ola de alegría se apoderó de Villa Felicidad. Todos los habitantes encontraron la felicidad en las pequeñas cosas: compartir tiempo con sus seres queridos, ayudarse mutuamente y valorar cada día como un regalo especial.

Desde aquel día, Lucas y Martina siguieron siendo grandes amigos y vivieron muchas más aventuras juntos. Aprendieron que los deseos pueden cumplirse pero siempre hay que tener cuidado con las consecuencias que puedan traer consigo.

Y lo más importante, descubrieron que la verdadera felicidad está en valorar lo que tenemos a nuestro alrededor y en compartir momentos especiales con aquellos que amamos.

FIN.

Dirección del Cuentito copiada!