El tesoro de la amistad
Melet vivía en la selva, rodeado de animales que lo admiraban por su tamaño y fuerza. A pesar de ser diferente, Melet siempre se llevaba bien con todos los habitantes del bosque.
Un día soleado, mientras Melet caminaba tranquilamente por el bosque, escuchó un ruido extraño proveniente de un arbusto cercano. Curioso como era, decidió acercarse para ver qué pasaba. Cuando llegó al lugar, encontró a un pequeño mono atrapado en una red.
- ¡Ayuda! ¡Por favor sácame de aquí! - gritó el mono desesperado. Melet no dudó ni un segundo y con su gran trompa comenzó a romper la red hasta liberar al mono. - ¡Muchas gracias! - exclamó el mono emocionado-.
Eres realmente fuerte y valiente. - No hay de qué -respondió Melet sonriendo-. Estoy feliz de poder ayudarte. Desde ese día, el pequeño mono llamado Simón se convirtió en el mejor amigo de Melet.
Juntos exploraron cada rincón del bosque y compartieron muchas aventuras. Un día, mientras jugaban cerca del río, Simón le contó a Melet sobre una misteriosa montaña donde se decía que había tesoros escondidos. Ambos decidieron emprender una emocionante búsqueda para encontrarlo.
Caminaron durante horas hasta llegar a la imponente montaña. Pero justo cuando estaban a punto de rendirse porque parecía imposible escalarla, apareció Griselda la tortuga sabia. - Hola chicos ¿necesitan ayuda? Veo que están intentando escalar la montaña -dijo Griselda.
- Sí, pero parece demasiado alta para nosotros -respondió Melet con tristeza. - No se preocupen, tengo una idea. Si trabajamos juntos, seguro podemos lograrlo -dijo la tortuga sabia. Melet y Simón asintieron emocionados y siguieron los consejos de Griselda.
Juntos construyeron una escalera con ramas y hojas que les permitió subir hasta la cima de la montaña. Al llegar a la cima, encontraron un hermoso cofre lleno de joyas brillantes y piedras preciosas.
Pero lo más valioso no eran las joyas, sino el mensaje que había dentro del cofre:"El verdadero tesoro está en las amistades que hacemos a lo largo del camino". Melet y Simón se miraron con alegría y entendieron el verdadero significado del mensaje.
No importaba si eran diferentes o si tenían dificultades, lo importante era tener amigos leales que estuvieran ahí para ayudarlos cuando más lo necesitaban.
Desde ese día, Melet siguió siendo especial en el colorido mundo habitado por animales muy especiales, pero ahora también tenía algo más: amistades valiosas que nunca olvidaría. Y así fue como Melet aprendió que ser diferente es maravilloso, porque nos permite conocer a personas increíbles que nos hacen crecer y aprender cada día.
Y juntos, pueden enfrentar cualquier desafío que se les presente en el camino.
FIN.