El tesoro de la amistad



Había una vez en la selva un papagayo muy especial llamado Coco Rico. Este papagayo era conocido por ser el más colorido de todos, con plumas brillantes que parecían arcoíris.

Coco Rico vivía en lo alto de un árbol y desde allí observaba a todos los animales que habitaban la selva. Cada mañana, Coco Rico salía volando por la selva para visitar a sus amigos y tener conversaciones sobre modales y buenos hábitos.

Su primer amigo era Manchas, una jirafa elegante y alta. "Buenos días, Manchas", saludó Coco Rico mientras se posaba en su cuello largo.

"¿Cómo te encuentras hoy?"Manchas bajó su cabeza para mirar a Coco Rico y respondió: "¡Hola, Coco! Estoy bien, gracias por preguntar. ¿Y tú?"Coco Rico sonrió y le dijo: "Estoy genial. Hoy quiero hablarte sobre los buenos modales al comer. Es importante masticar despacio y no hablar con la boca llena".

Manchas asintió con la cabeza mientras comía algunas hojas del árbol cercano. Agradeció los consejos de Coco Rico e hizo un esfuerzo para recordarlos. Luego, Coco Rico voló hasta el río donde vivía Lucas, un juguetón mono araña.

"¡Hola Lucas!", exclamó Coco Rico al verlo colgando de las ramas. "¿Estás listo para aprender sobre buenos hábitos?"Lucas se balanceó hacia adelante y hacia atrás antes de responder: "¡Claro que sí! Siempre estoy dispuesto a aprender algo nuevo".

Coco Rico le explicó la importancia de lavarse las manos antes de comer y después de jugar. Lucas escuchó atentamente y prometió seguir ese buen hábito.

Mientras Coco Rico continuaba su recorrido, llegó a un claro donde vivía Marta, una tortuga tranquila pero muy despistada. "¡Hola Marta!", saludó Coco Rico mientras aterrizaba en su caparazón. "Hoy quiero hablarte sobre la puntualidad. Es importante llegar a tiempo a los compromisos". Marta extendió sus patas lentamente y respondió: "Lo siento, Coco Rico.

Siempre me retraso porque camino tan despacio". Coco Rico sonrió amablemente y le dijo: "No te preocupes, Marta. Puedes intentar salir un poco más temprano para llegar a tiempo".

Marta asintió con gratitud y se prometió a sí misma ser más puntual en el futuro. A medida que pasaban los días, Coco Rico visitaba diferentes amigos en la selva y les enseñaba sobre modales y buenos hábitos.

Desde cómo decir "por favor" y —"gracias" , hasta cómo respetar el espacio personal de los demás. Un día, mientras volaba por la selva buscando nuevos amigos con quienes hablar, Coco Rico escuchó un ruido extraño proveniente del bosque.

Se acercó sigilosamente para investigar y encontró al pequeño conejo Benji llorando bajo un arbusto. "¿Qué te pasa, Benji?", preguntó Coco Rico preocupado. "¿Por qué estás llorando?"Benji sollozó antes de responder: "Me perdí en el bosque y no sé cómo regresar a casa".

Coco Rico se acercó a Benji y le dijo: "No te preocupes, Benji. Te ayudaré a encontrar tu camino de regreso". Juntos, Coco Rico y Benji recorrieron la selva siguiendo el rastro de hojas y ramas rotas que Benji había dejado atrás.

Finalmente, encontraron el sendero que llevaba al hogar de Benji. "¡Gracias por ayudarme, Coco Rico!", exclamó Benji mientras abrazaba al papagayo. "Eres un verdadero amigo". Coco Rico sonrió y respondió: "De nada, Benji.

Los buenos amigos siempre están ahí para ayudarse mutuamente". Desde ese día, Coco Rico no solo enseñaba modales y buenos hábitos a sus amigos animales, sino que también estaba dispuesto a brindar apoyo cuando alguien lo necesitara.

Y así fue como Coco Rico se convirtió en el papagayo más colorido y querido de toda la selva. Sus plumas brillantes eran un recordatorio constante para todos los animales sobre la importancia de tener buenos modales y ser buenos amigos. Fin.

FIN.

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