El tesoro de la amistad



Nicolás era un niño muy juguetón y siempre estaba buscando nuevas aventuras. Su actividad favorita era salir de pesca con sus amigos en el río cercano a su casa.

Pasaban horas lanzando sus cañas al agua, esperando pacientemente a que los peces picaran el anzuelo. Un día, mientras preparaba su equipo de pesca, Nicolás notó algo diferente en la caja de galletas que su mamá le había dado para llevar como merienda.

¡Había una nota escondida entre las galletas! Curioso, la leyó en voz alta: "Querido Nicolás, si quieres encontrar un tesoro especial hoy, sigue las pistas que te dejé". Nicolás se emocionó y rápidamente llamó a sus amigos para contarles lo ocurrido.

Juntos decidieron seguir las pistas y descubrir qué tesoro les esperaba. La primera pista decía:"En el lugar donde pescan, busquen bajo una gran roca. Allí encontrarán algo brillante, que les dará alegría loca".

Los niños corrieron hacia el río y buscaron debajo de todas las rocas que encontraron cerca del lugar donde solían pescar. Después de mucho buscar, finalmente encontraron algo brillante: ¡una moneda antigua! Estaban emocionados y continuaron siguiendo las pistas.

La siguiente pista los llevó hasta un árbol frondoso en el bosque cercano:"En lo alto del árbol más alto, hay algo dulce por descubrir. Suban con cuidado sin temor, y podrán disfrutar sin fin". Los niños treparon con habilidad hasta la cima del árbol y encontraron una bolsa llena de caramelos.

Estaban encantados y continuaron su búsqueda con más entusiasmo. La siguiente pista los llevó hasta una cueva escondida en la montaña:"En el lugar más oscuro, donde solo valientes pueden entrar. Encuentren algo que les sorprenda, y no podrán dejar de brillar".

Con valentía, los niños entraron a la cueva y exploraron cada rincón hasta que encontraron unas linternas brillantes. Ahora podían iluminar su camino en la oscuridad. La última pista los condujo al jardín de Nicolás:"Donde las flores crecen, busquen bajo tierra.

Allí encontrarán un tesoro especial, que les llenará de alegría sincera". Los niños comenzaron a cavar en el jardín, emocionados por descubrir qué tesoro encontrarían esta vez.

Después de un rato, finalmente encontraron una caja llena de galletas caseras hechas por la mamá de Nicolás. ¡Eran las galletas más deliciosas que habían probado! Felices y satisfechos, los amigos se sentaron en el jardín a disfrutar de las galletas mientras compartían historias sobre sus aventuras.

Se dieron cuenta de que el verdadero tesoro estaba en la diversión y la amistad que habían experimentado juntos.

Desde ese día, Nicolás aprendió a valorar aún más su tiempo junto a sus amigos y a apreciar las pequeñas cosas como salir de pesca o simplemente comer unas deliciosas galletas caseras. Cada nueva aventura se convirtió en un recordatorio de lo afortunado que era por tener amigos tan especiales y una familia amorosa.

Y así, Nicolás continuó explorando el mundo con alegría en su corazón.

FIN.

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