El tesoro de la amistad
Había una vez un niño llamado Nicolás, quien vivía en un pequeño pueblo rodeado de montañas y bosques. Nicolás era muy aventurero y siempre estaba buscando emocionantes tesoros escondidos.
Un día, mientras exploraba el bosque con sus amigos Mateo y Valentina, encontraron un viejo mapa dibujado en un trozo de pergamino. Parecía ser el mapa de un tesoro enterrado. Estaban emocionados por la idea de encontrar algo tan valioso.
"¡Chicos, tenemos que seguir este mapa! Podríamos descubrir algo increíble", dijo Nicolás emocionado. Los tres amigos comenzaron a seguir las indicaciones del mapa, caminando por el bosque durante horas.
Se enfrentaron a desafiantes obstáculos como ríos que debían cruzar saltando sobre piedras resbaladizas y cuevas oscuras que tenían que atravesar con mucho cuidado. Finalmente, llegaron a una antigua cueva donde el mapa los guiaba. Con mucha emoción entraron en la cueva y encendieron sus linternas para iluminar su camino.
A medida que avanzaban más adentro, notaron extraños murales en las paredes representando diferentes momentos de amistad. "¡Miren! ¡Estos murales hablan sobre la importancia de la amistad!", exclamó Valentina sorprendida.
Continuaron explorando hasta llegar a una gran sala subterránea donde había una caja dorada brillante en medio del suelo. Era el tesoro esperado. Pero cuando intentaron abrirlo, descubrieron que estaba cerrada con llave. "¿Y ahora qué hacemos?", preguntó Mateo preocupado. Nicolás recordó algo que había leído en uno de los murales.
Decía: "La verdadera llave del tesoro de la amistad está dentro de ustedes". Entonces, se dieron cuenta de que el verdadero tesoro no estaba en la caja, sino en su amistad.
"Chicos, creo que el mapa nos trajo aquí para enseñarnos una valiosa lección. El tesoro de la amistad está dentro de nosotros", dijo Nicolás con convicción. Se tomaron las manos y cerraron los ojos, concentrándose en lo importante que era la amistad entre ellos.
De repente, un brillo mágico llenó la sala y la caja dorada se abrió sola. Dentro encontraron tres medallas brillantes con sus nombres grabados. "¡Estas medallas representan nuestra amistad!", exclamó Valentina emocionada.
Los amigos se pusieron las medallas alrededor del cuello y salieron victoriosos de la cueva. A medida que caminaban hacia casa, se dieron cuenta de lo afortunados que eran por tenerse el uno al otro como amigos verdaderos.
A partir de ese día, Nicolás, Mateo y Valentina siempre llevaban puestas sus medallas como símbolo del tesoro más valioso que tenían: su amistad inquebrantable.
Comprendieron que no importaba cuántos tesoros encontraran en sus aventuras; lo más importante era tenerse mutuamente para compartir risas, alegrías y apoyarse cuando surgieran dificultades. Y así continuaron viviendo muchas aventuras juntos, fortaleciendo su amistad y creando recuerdos que durarían toda la vida. Porque en el tesoro de la amistad, no hay oro ni joyas, solo amor y compañerismo.
Y eso es lo más valioso que alguien puede encontrar.
FIN.