El tesoro de la amistad



Había una vez un niño llamado Mateo que vivía en un pequeño pueblo en Argentina. Era un chico muy curioso y aventurero, siempre buscando nuevas emociones y descubrimientos.

Un día, mientras exploraba el desván de su casa, encontró una vieja botella polvorienta escondida entre cajas viejas. Intrigado, Mateo decidió limpiar la botella para ver qué había dentro. Para su sorpresa, apareció un diablo diminuto con cuernos y cola larga.

El diablo le dijo a Mateo que estaba atrapado en esa botella y que podía concederle cualquier deseo que quisiera. Mateo se sintió emocionado por esta oportunidad única y comenzó a hacer una lista interminable de deseos: juguetes nuevos, dulces deliciosos e incluso viajes alrededor del mundo.

Cada vez que hacía un deseo, el diablo lo cumplía al instante. Pero pronto Mateo comenzó a darse cuenta de algo importante: cada vez que pedía un deseo, sentía una tristeza profunda en su corazón.

No importaba cuántas cosas tuviera o cuántos lugares visitara, algo faltaba en su vida. Un día, mientras paseaba por el parque del pueblo pensativo, se encontró con Luciana, una niña ciega con quien nunca había hablado antes.

A pesar de su discapacidad visual, Luciana irradiaba felicidad y alegría. "-¡Hola! ¿Eres nuevo aquí?", preguntó Luciana con entusiasmo. "-No", respondió Mateo sorprendido por la amabilidad de Luciana. "-Soy Mateo, vivo aquí.

¿Y tú?""-Soy Luciana y me encanta venir al parque todos los días para disfrutar del aire libre y escuchar los sonidos de la naturaleza", dijo ella con una sonrisa. Mateo quedó impresionado por la actitud positiva de Luciana a pesar de sus limitaciones.

Comenzaron a pasar tiempo juntos en el parque, hablando y riendo. Mateo comenzó a darse cuenta de que no necesitaba cosas materiales para ser feliz; lo más importante era tener amigos verdaderos y valorar las pequeñas cosas de la vida.

Un día, mientras paseaban juntos cerca del río, Mateo decidió hacer su último deseo al diablo. Le pidió que liberara al diablo de su botella y le concediera un único deseo: quería que el diablo encontrara la felicidad en lugar del infierno.

El diablo se sorprendió por este inesperado deseo y accedió a cumplirlo. Al instante, se convirtió en un pequeño ángel radiante con alas blancas.

A partir de ese momento, Mateo continuó viviendo una vida llena de aventuras junto a Luciana, disfrutando cada momento sin pedir nada más. Juntos aprendieron el valor de la amistad verdadera y cómo encontrar la felicidad en las cosas simples.

Y así fue como Mateo logró convertir algo negativo en algo positivo, enseñándonos que es mejor buscar la alegría en nuestras vidas sin depender de deseos materiales o promesas tentadoras. La verdadera felicidad está dentro de nosotros mismos y podemos encontrarla compartiendo momentos especiales con aquellos que amamos.

FIN.

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