El tesoro de la amistad



Había una vez en un pequeño pueblo llamado Villa Esperanza, dos amigos muy especiales: Juan y Maite. Desde que eran chicos, habían sido inseparables, compartiendo risas, aventuras y sueños juntos.

Pero lo que Juan no sabía era que Maite siempre había sido su amor platónico. Un día, mientras paseaban por el parque del pueblo, Maite decidió reunir todo su coraje y confesarle a Juan sus sentimientos.

Con el corazón latiéndole con fuerza, se detuvo frente a él y le dijo con timidez:"Juan, tengo algo importante que decirte... "Juan la miró sorprendido y con una sonrisa le respondió: "¡Dime Maite! Siempre puedes contar conmigo.

"Maite tomó aire y finalmente soltó las palabras que tanto tiempo guardó en su corazón:"Juan, yo... yo te quiero de una manera especial. Eres mi amor platónico. "Juan se quedó sin palabras por un momento. Nunca se había imaginado que Maite pudiera sentir algo así por él.

Después de unos segundos de silencio, tomó las manos de Maite entre las suyas y le dijo con cariño:"Maite, eres una persona increíble y muy especial para mí también.

Aunque no sienta lo mismo que tú en este momento, valoro muchísimo nuestra amistad. "Maite asintió con tristeza pero entendimiento en sus ojos. Sabía que debía aceptar la respuesta de Juan y seguir adelante.

Los días pasaron y aunque al principio la relación entre Juan y Maite fue un poco diferente, pronto volvieron a ser los amigos inseparables de siempre. Compartían momentos divertidos juntos como antes e incluso conocieron nuevas personas en el pueblo.

Una tarde soleada, mientras caminaban cerca del río cantando canciones tontas como solían hacerlo de niños, Juan detuvo sus pasos y miró a Maite con cariño. "Maite, quiero agradecerte por ser tan valiente al expresarme tus sentimientos aquel día en el parque.

Me enseñaste mucho sobre la importancia de la honestidad y el respeto en una amistad. "Maite sonrió emocionada ante las palabras sinceras de Juan. "Gracias a ti también por tu comprensión y apoyo incondicional", respondió ella.

Y así, entre risas y abrazos sinceros, Juan y Maite comprendieron que la verdadera amistad va más allá de los sentimientos románticos. Aprendieron a valorar lo especial que tenían juntos sin necesidad de cambiar nada más.

Desde ese día en adelante siguieron siendo los mejores amigos del mundo entero; compartiendo alegrías, tristezas e infinitas aventuras bajo el cielo azul de Villa Esperanza.

FIN.

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