El Tesoro de la Amistad
En la escuela Santiago Iglesias Pantín, ubicada en un pequeño pueblo rodeado de montañas, vivían muchos niños y niñas que disfrutaban aprendiendo y divirtiéndose juntos.
La directora de la escuela se llamaba Doña Marta, una mujer amable y cariñosa que siempre estaba dispuesta a ayudar a sus alumnos en lo que necesitaran. Un día llegó un nuevo alumno a la escuela. Se llamaba Lucas, era muy tímido y le costaba hacer amigos.
Al principio, se sentía solo y triste en su nuevo entorno. Pero pronto conoció a Valentina, una niña simpática y extrovertida que se acercó a él para darle la bienvenida. -¡Hola! Soy Valentina. ¿Cómo te llamas? -preguntó Valentina con una sonrisa.
-Yo soy Lucas -respondió tímidamente el nuevo alumno. Desde ese momento, Valentina y Lucas se convirtieron en grandes amigos.
Juntos descubrieron los rincones más mágicos de la escuela Santiago Iglesias Pantín: el patio lleno de árboles frondosos donde cantaban los pájaros, la biblioteca repleta de libros maravillosos que los transportaban a mundos increíbles, y el laboratorio donde realizaban experimentos sorprendentes. Un día, mientras exploraban el jardín detrás de la escuela, encontraron una puerta secreta escondida entre las enredaderas.
Intrigados, decidieron abrirla y descubrieron un pasadizo subterráneo lleno de misterios. -¡Qué emocionante! ¿Crees que deberíamos entrar? -preguntó Lucas con curiosidad. -Sí, ¡vamos! Será como una aventura mágica -respondió Valentina emocionada. Los dos amigos entraron al pasadizo oscuro con valentía.
A medida que avanzaban, descubrían salas llenas de tesoros antiguos y rompecabezas por resolver. Trabajando juntos lograron superar cada desafío hasta llegar a una habitación especial donde encontraron un cofre brillante.
-¡Wow! ¿Qué crees que habrá adentro? -se preguntó Valentina emocionada. -Solo hay una forma de averiguarlo... ¡abrámoslo juntos! -propuso Lucas con determinación. Al abrir el cofre, descubrieron un mapa antiguo que mostraba un tesoro escondido en lo alto de la montaña más alta del pueblo.
Decidieron emprender la búsqueda del tesoro perdido como verdaderos exploradores intrépidos. Durante su travesía enfrentaron obstáculos difíciles pero siempre encontraban soluciones trabajando en equipo.
Finalmente llegaron a la cima de la montaña donde hallaron el tesoro: no eran monedas ni joyas preciosas, sino libros nuevos para ampliar la biblioteca de su querida escuela Santiago Iglesias Pantín. -¡Lo logramos! ¡Encontramos nuestro tesoro juntos! -exclamó Valentina felizmente. -Sí, demostramos que cuando trabajamos en equipo podemos superar cualquier desafío -agregó Lucas orgulloso.
De regreso a la escuela compartieron su increíble aventura con sus compañeros quienes admiraban su valentía y espíritu colaborativo. Desde entonces, todos los niños y niñas entendieron la importancia de trabajar juntos para alcanzar sus metas y sueños más grandes.
Y así continuaron viviendo muchas otras aventuras educativas e inspiradoras en la maravillosa escuela Santiago Iglesias Pantín donde cada día era una oportunidad para aprender algo nuevo junto a grandes amigos.
FIN.