El Tesoro de la Amistad
Había una vez en el pintoresco pueblo de San Ramón, un niño llamado Nehimar. Nehimar era conocido por su gran valentía y nobleza, siempre dispuesto a ayudar a los demás sin esperar nada a cambio.
Vivía en una pequeña casa cerca del bosque, donde solía pasear todas las tardes después de la escuela. Un día, mientras caminaba por el bosque, Nehimar se encontró con un viejo mapa que parecía llevar hacia un tesoro escondido.
Emocionado por la idea de vivir una aventura junto a sus amigos, corrió hasta la plaza del pueblo para reunirse con Adriana, Estefano y Sarahi. - ¡Chicos! ¡Miren lo que encontré en el bosque! -exclamó Nehimar mostrando el mapa-.
Parece ser un tesoro escondido. ¿Qué les parece si vamos en busca de él juntos? Adriana, la más astuta del grupo, examinó detenidamente el mapa y señaló una colina al otro lado del río.
- Creo que el tesoro está allí, detrás de las tres rocas grandes -dijo con entusiasmo-. ¡Vamos a descubrirlo! Estefano, siempre lleno de energía y entusiasmo, saltaba emocionado ante la idea de vivir una verdadera aventura junto a sus amigos.
- ¡Sí! Será genial buscar este tesoro juntos. ¡Vamos ya mismo! -exclamó Estefano.
Sarahi, la más tranquila y reflexiva del grupo, sonrió con complicidad antes de agregar:- Pero recuerden chicos, lo importante no es solo encontrar el tesoro material; lo valioso será todo lo que aprendamos en el camino y cómo trabajemos juntos para lograrlo. Así comenzaron su travesía hacia la colina detrás del río siguiendo el antiguo mapa.
En su camino enfrentaron desafíos como cruzar un puente tembloroso sobre un arroyo o escalar rocas resbaladizas. Sin embargo, cada obstáculo los acercaba más como equipo y fortalecía su amistad. Finalmente llegaron a la colina donde encontraron las tres rocas grandes marcadas en el mapa.
Excavaron entre las raíces de un árbol centenario y desenterraron un cofre dorado brillante. Al abrirlo descubrieron no oro ni joyas preciosas, sino pergaminos antiguos con palabras grabadas: amor, amistad, honestidad...
Nehimar tomó uno de los pergaminos y leyó en voz alta:- El verdadero tesoro no está en lo material sino en los valores que guían nuestras acciones y nos hacen mejores personas.
Los cuatro amigos se miraron emocionados al comprender la lección aprendida durante su búsqueda del tesoro perdido: habían fortalecido su amistad apoyándose mutuamente y demostrando valores como solidaridad y perseverancia. Regresaron al pueblo con los corazones llenos de alegría sabiendo que habían encontrado algo mucho más valioso que cualquier tesoro: habían encontrado los tesoros perdidos de los valores fundamentales que guiaban sus vidas para siempre.
Y así continuaron viviendo aventuras juntos mientras cultivaban esos valiosos tesoros cada día más.
FIN.