El tesoro de la amistad
Había una vez en un hermoso pueblo llamado Villa Alegría, un simpático y curioso patito llamado Bartolito.
Bartolito vivía en una pequeña laguna rodeada de flores y árboles frondosos, donde pasaba sus días nadando y jugando con sus amigos patos. Un día soleado, mientras Bartolito exploraba los alrededores de la laguna, vio algo brillante entre las ramas de un sauce llorón. Se acercó con curiosidad y descubrió que era un viejo mapa doblado.
Con sus patitas temblorosas, lo desplegó y se dio cuenta de que era un mapa del tesoro. "¡Guau! ¡Esto es increíble!" - exclamó Bartolito emocionado. Sin dudarlo, decidió emprender la aventura de encontrar el tesoro que marcaba el mapa.
Reunió a sus amigos patos: Rosita, Pancho y Carlitos, quienes no dudaron en acompañarlo en esta emocionante travesía. "¿Están listos para buscar el tesoro más grande de todos?" - preguntó Bartolito con entusiasmo.
"¡Sííí!" - respondieron los amigos al unísono. Así comenzaron su viaje siguiendo las indicaciones del mapa: cruzaron el puente de madera, treparon por la colina escarpada y llegaron hasta la cueva oscura donde supuestamente estaba escondido el tesoro.
El corazón de Bartolito latía fuerte, pero su valentía era más grande que cualquier miedo. Al entrar en la cueva con una linterna improvisada con una ramita encendida, descubrieron cofres llenos de monedas doradas y joyas centelleantes.
Estaban maravillados por tanta belleza frente a sus ojos. De repente, escucharon un ruido proveniente del fondo de la cueva. Era Don Gato, el malvado gato del pueblo que también había encontrado el mapa del tesoro y quería apoderarse de él.
"¡Ja ja ja! ¡El tesoro es mío ahora! ¡Ninguno lo tocará si no quieren problemas!" - amenazó Don Gato con voz siniestra. Bartolito miró a sus amigos determinado a proteger lo que habían encontrado juntos.
Con astucia e ingenio idearon un plan para distraer a Don Gato mientras escapaban con el tesoro. Después de superar varios obstáculos como puentes rotos y laberintos subterráneos lograron salir victoriosos de la cueva llevándose consigo el ansiado botín.
De regreso en la laguna celebraron su hazaña entre risas y abrazos compartiendo la amistad que los había llevado al éxito. "Gracias por ser tan valientes y leales amigos míos" - dijo Bartolito emocionado "Este tesoro es solo una parte importante...
lo más valioso es tenerlos a ustedes". Y así comprendieron que no importa cuánto oro o joyas puedan encontrar en sus aventuras; lo verdaderamente valioso era tenerse unos a otros para siempre.
Desde ese día, cada vez que alguien les preguntaba sobre aquel gran tesoro encontrado por los patitos en Villa Alegría ellos respondían sonrientes:"El mayor tesoro está en nuestros corazones gracias a nuestra amistad".
FIN.